JUAN DE DIOS FILIBERTO
Nació
en el barrio porteño de La Boca el 8 de marzo de 1885. Murió allí mismo el 11 de
noviembre de 1964.
Antonio
J. Bucich, el gran historiador boquense, rescató del olvido algunos apuntes
manuscritos que dejó Filiberto sobre la historia del tango en su barrio. En
ellos recuerda el músico que ya en 1875 se cantaba en La Boca la milonga con
guitarra y clarinete. Afirma además que para ese año se tocaban tangos en las
casas de familia y que en 1877 se triscaba el tango en los bailes públicos, junto
a la zamba, el pericón. el gato, la polca, el chotis, el vals, la mazurca ...
Creo, con perdón de Filiberto. que 1875 era un poco pronto para que el tango se
bailara en las casas de familia. Por entonces. quizá, el tango comenzaría a
formarse en las academias. Algún muchacho divertido se habrá animado. a lo
mejor a firuletear algunos cortes en el patio de un conventillo, pero de eso a
que se bailara en las casas de familia hay mucha distancia.
Dice
también Filiberto que en las academias tocaban tríos de flauta, clarinete y
guitarra. Eso no se discute; pero, ¿en qué academias? En la de Zani, en Suárez
y Necochea: en la de Tancredi, en Necochea entre Brandsen y Suárez; en la de
Nani, por allí a la vuelta ... Por esos años hay otros lugares en la calle
Corrientes donde también tanguean, junto a los compadritos, los italianos
recién desembarcados. En esos lugares van creciendo dos chiquilines inseparables,
el tango y el lunfardo; pero ésa es otra historia, una linda historia.
Para
Filiberto el tango era cosa, el de las orillas: es decir, de los barrios. Las
orilleros el límite de la ciudad con campo y Filiberto dividió su corazón entre
el campo y la ciudad.
En
1915 escribió su primer tango. Guaymallén. "El indio -explicó Filiberto.
nieto de gringos inmigrantes nada tiene que ver con el tango; pero yo quería
que mi primera pieza musical llevara un nombre autóctono. Con eso quería
significar el carácter nativista del nuevo músico argentino que nacía. De ahí
en más, muchas de sus composiciones resultan más agrestes que urbanas. Supongo que,
si escribió tangos como El pañuelito, El ramito o Caminito fue porque vivía espíritu
altamente sobre esa delgada frontera que separa el compadraje de alpargata
bordada, del malevaje de taquito militar. De todos modos. el tango campero, que
generalmente asume una retórica sanguinolenta -Mandria, A la luz del candil-,
tiene otro tono en Filiberto; un tono nostálgico, algo clorótico.
Quejas
de bandoneón (1920) es, sin dudas, la obra maestra de Filiberto. Es el sexto de
sus tangos, la séptima de sus composiciones y la segunda que firma con el
apellido Filiberto -antes se firmaba Filiberti-. Si no fuera por este tango,
que muestra una profunda raíz suburbana, uno diría que Filiberto no fue un tanguista.
sino un músico que escribió tangos. (¿Y Malevaje? Sí, Malevaje. Pero, ¿cuánto
de suburbio puso allí Filiberto y cuándo Discépolo?). Es una atmósfera campera
la que impregna la mayor parte de la obra filibertiana. El clima de suburbio
-en el sentido porteño que tiene esta palabra: suburbio es cafetín, gente de
traza ambigua, pasiones, cuchillos y una murga tanguera entristeciendo la
noche- aparece apenas en Quejas de bandoneón, La vengadora, Langosta, Yo te
bendigo, Ladrillo, Cuando llora la milonga, Malevaje y quizá alguna otra
página.
Queda
en el tintero Caminito, pero ha sido recorrido ya tantas veces que no creo que
valga la pena reincidir.