Distinción del Centro de Cultura Tanguera Alfredo Belussi

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Tango, Radio y más Historias, blog distinguido por su aporte a la difusión del Tango, sus autores e intérpretes.

domingo, 1 de julio de 2012

Juan Carlos Marambio Catan - Biografia - 1 de julio de 2012


Juan Carlos Marambio Catán
Para algunos Marambio Catán es apenas un apellido que aparece, junto al de Villoldo y al de Discépolo, en las partituras de El choclo. Fue Marambio mucho más que eso, un pionero del canto popular, nacido en Bahía Blanca el 30 de julio de 1895 y muerto en Mendoza el 15 de febrero de 1973. Lo último que hizo en Buenos Aires fue pasar por la casa de quien esto escribe para dejarle un pingüino de paño lenzi a Misael, que acababa de cumplir dos años.
Digamos que era de los Marambio cuyo apellido lleva una de las bases antárticas y que en 1913 abandonó la escuela naval de Río Santiago y se fue al Paraguay, con un cantor conocido entonces, Fernando Nunziata. De regreso se mudó el apellido -pasó a ser Carlos Núñez- y formó dúo con Saúl Salinas, que ya había enseñado a Razzano a hacer la segunda voz de Gardel. Luego integró otro dúo -Monbrún-- con Carlos Monbrún Ocampo.
Su ingreso en la escena se produjo en 1922, cuando reemplazó a Florindo Ferrario, que también cantaba, en la compañía de Pepe Podestá. Actuó después en la troupe revisteril de Manuel Romero e Ivo Pelay; formó otro dúo, esta vez con Alfredo Pelaia; en 1923 grabó su primer disco y en 1924 estrenó Bizcochito, la primera composición de Discépolo, que ese mismo año llevó al fonógrafo y cuya letra, aunque firmada por José Antonio Saldías, a pedido del autor, había sido compuesta por quien sólo firmaba la música.
La actividad de Marambio es desde entonces intensa y afortunada. Cumple una larga gira americana que lo lleva a Chile, Perú y Colombia; estrena el tango Príncipe, el primero de García Jiménez llevado a escena; en dúo con Sofía Bozán da a conocer Los ojazos de mi negra, zamba de Adolfo R. Avilés que hizo muy buena carrera; reemplaza al gran barítono José Muñiz para cantar, en la Ópera, Tiempos viejos, que aquel había estrenado  y se embarca rumbo a Europa, con la orquesta de Julio De Caro, que lo llevaba como cantor junto a Luis Díaz. No permaneció mucho tiempo junto al autor de Copacabana y sólito y su alma se fue con su canto a Grecia, Egipto, Italia, España, Alemania y Yugoeslavia, no sin antes actuar fugazmente en Venecia con la orquesta de Eduardo Bianco. Lo que resta es el trío que formó con el cantor Julio Vega y el pianista Juan Cruz Mateo, sus actuaciones en España, su regreso a Buenos Aires, la rutina teatral y radiofónica, una nueva gira por Chile y Perú y su retiro, en 1942, después de la temporada que hizo Luis Arata con Un tal Servando Gómez.
Hombre de buena cultura, Marambio puso versos a dos tangos de De Caro, El monito y Buen amigo. Sin embargo, se lo recuerda principalmente como el autor del primer tango de protesta social, Acquaforte, compuesto en Milán en 1931, sobre una melodía previa de Horacio Pettorossi. Agustín Magaldi grabó ese tango en 1932 y Gardel en 1933. Uno y otro eran, con Ignacio Corsini, los máximos exponentes del tango canción.
Fue la letra de Acquaforte y no la que compuso para El choclo, en 1930, a pedido de Irene Villoldo de Corona, hermana del autor, la que aseguró a Marambio un lugar en las antologías. Porque en 1947 Libertad Lamarque quiso cantar El choclo en su primera película mexicana, Gran casino. Como no le pareció muy femenino eso de clavar su daga gaucha en el corazón del rival, pidió a Discépolo que le escribiera otros versos. Comenzó entonces una larga negociación entre el editor Alfredo Perroti y Marambio. Finalmente se firmó un contrato en el que se establece que en la letra de Discépolo colaboró Marambio y que entre ambos se distribuirán las regalías acostumbradas.
Marambio dejó un bello y utilísimo libro Sesenta años de tango, compuesto ansiosamente cuando la muerte le pisaba los talones. Leerlo es indispensable para quien quiera conocer los entresijos de nuestra canción popular. El 2 de mayo de 1970 la Academia Porteña del Lunfardo designó a Marambio Académico correspondiente en Mendoza. Como vivía por entonces en Buenos Aires, asistía a las sesiones académicas y su presencia era una fiesta.