Distinción del Centro de Cultura Tanguera Alfredo Belussi

Distinción del Centro de Cultura Tanguera Alfredo Belussi
Tango, Radio y más Historias, blog distinguido por su aporte a la difusión del Tango, sus autores e intérpretes.

domingo, 20 de mayo de 2012

Alberto Vacarezza - Biografia - 20 de mayo de 2012

Alberto Vacarezza
Bartolomé Ángel Venancio Alberto Vacarezza nació en Buenos Aires (Almagro) el 1° de abril de 1886 y murió en la misma ciudad el 6 de agosto de 1959.
Contaba Enrique Delfino que, cuando llegó a España, en 1924, no lo conocían allí como parodista y excéntrico, ni como autor de Milonguita. Para los españoles era el autor de La copa del olvido. Vicente Climent, actor de la compañía Muiño-Alippi que poco antes había llevado el teatro argentino a la capital española, difundió ese tango. En el repertorio de la compañía figuraba “Cuando un pobre se divierte, saínete de Alberto Vacarezza”, que lo incluía. En el estreno porteño lo había cantado José Ciccarelli, quien, al comenzar el canto, daba un puñetazo sobre la mesa del bar y profería: «Mozo, traiga otra copa». Ciccarelli no viajó a España y lo reemplazó Climent, logrando un éxito sin precedentes. D' Angelo, uno de los cantores de la troupe "Los de la Raza", dirigida por los Navarrine, lo paseó por toda España. En el teatro "Maravillas" de Madrid lo cantaba, entre aplausos, la cupletista mejicana Pilar Arcos y Conchita Piquer, en las primicias de su extensa y fulgurante performance de tonadillera, lo incluía en su repertorio.
Vacarezza, el autor de la letra, era ya, con Carlos Mauricio Pacheco, uno de los autores más representativos del sainete porteño. Se había iniciado en 1903, con El juzgado, y en 1911 contabilizaba el formidable éxito de Los escrushantes, un clásico del género y también de la literatura lunfardesca. En 1921, la noche del puñetazo de Ciccarelli en el teatro "Nacional", ya había estrenado “Tu cuna fue un conventillo”, en una de cuyas escenas José Franco, en el papel de Rancagua, recitaba un elogio al tango:
«Es el reír de las pibas y el estrilar de las viejas... Los chivatazos del reo que jura venganza eterna cuando la piba topián...»
No se cantaba, sin embargo. ningún tango, aunque para la fecha del estreno (21 de mayo de 1920) el tango-canción ya había llegado a las representaciones saineteras (Milonguita se escuchó el 12 de mayo de aquel año). La copa del olvido fue seguramente el primer tango de Vacarezza. Gardel lo grabó el año siguiente. Luego grabaría otros doce, que se nombran a continuación para que nadie dude que don Alberto tiene buen derecho a figurar en estas páginas: “Adiós para siempre”, “Adiós, que te vaya bien”, “Araca corazón”,”Eche otra caña pulpero” (éste es un estilo), “El carrerito”,” El poncho del amor”,” Francesita”, “No le digas que la quiero”, “No me tires con la tapa de la olla”, “Otario que andas penando”, “Padre nuestro”, “Talán... talán”. En cuanto a Padre nuestro, lanzó a la fama a Azucena Maizani cuando lo cantó en el saínete “A mí no me hablen de penas (27 de julio de 1923)”.
La letrística vacarezziana no se agota en esos títulos. Otros pueden ser Viva la patria, Atorrante, Pobre gringo, Virgencita del talar, Julián Navarro, Botines viejos (gran creación de Azucena Maizani), Calle Corrientes, Maldonado y aínda mais.

Alberto Vacarezza que estrenó, entre 1903 y 1947, más de ciento diez piezas escénicas, no mezquinó, a su hora, las actitudes políticas que su conciencia y sus convicciones le sugerían. Por eso sufrió discriminación después del año 1955. "Fue víctima de acusaciones torpes y censuras ridiculas -testimonió Juan Osear Ponferrada-. Secuela de esos juicios erróneos o malévolos fue la determinación de la entidad de actores en el sentido de abstenerse de todo homenaje al autor que acababa de morir». El diario La Nación, con ejemplar objetividad, le dedicó, en cambio, una extensa nota necrológica, lúcida y justiciera. La fama arrolladura del sainetero, autor de El conventillo de La Paloma, ha desplazado a la que Vacarezza merece disfrutar también como letrista de tango. Este recuerdo trata de reparar una partecita, al menos, de la gran parte de justicia que la rutina del juicio y del elogio le ha negado.

miércoles, 16 de mayo de 2012

Osvaldo Tarantino Biografía



OSVALDO TARANTINO

Osvaldo Tarantino Irazusta nació el 6 de junio de 1928 y murió el 1O de setiembre de 1991.
 Tomó algunas mamaderas al compás de los valses de Chopin, puesto que su padre, José Tarantino, tenía un conservatorio musical en Valentín Alsina. Por eso, tal vez, en 1979. podía declarar la influencia que el sufrido amador de George Sand ejerció sobre su música: "Él me ofrece la cuota de romanticismo que preciso par a componer y ejecutar".
En 1973, Astor Piazzolla rehízo su quinteto y Tarantino pasó a ocupar el puesto de colegas que admiraba: Jaime Gosis y Osvaldo Manzi. Ese conjunto –además Agri, Malvicino, Díaz- dejó grabadas composiciones de inspiración muy honda: Adiós, Nonino, verano porteño, otoño porteño.
En esta última, Tarantino ejecuta una prolongada improvisación que lo muestra compenetrado hasta el mango con el espíritu Piazzollano. De su interpretación de la melodía de Adiós Nonino (a juicio de Daniel Baremboin, una de las más hermosas jamás escritas (por un compositor de tangos) dijo el mismo Piazzolla que nadie la había hecho como Taranta. Esta hipérbole debe tomarse con beneficio de inventario, porque Piazzolla era igualmente exagerado para la devaluación como para la evaluación.  Después de Tarantino la ejecutaron otros pianistas, el mismo Baremboin , entre ellos. Antes, en 1969, lo había h echo Dante Amicarelli, en una versión antológica. De cualquier manera, la de Tarantino es también para la historia.
Como pianista, Tarantino se sentía tributario de Art Tatum y de Eddie Duchin, y, entre los de estas playas, de Orlando Goñi y Horacio Salgán.  Se decía de sus interpretaciones que tenían sabor a jazz. Él precisó: "Mi mano izquierda está desarrollada dentro de los conceptos jazzísticos, mientras que con la derecha mantengo la esencia del tango". Lo cierto es que le tiraba el jazz. pero no intentó nada parecido al sincretismo de dos especies musicales casi contemporáneas, casi gemelas e igualmente ansiosas de ascender a un universo sonoro más ambicioso que el de los peringundines de La Boca o de New Orleans.
Como a tantos otros bohemios admirados y queridos. le sobraba talento y le faltaba continuidad. Dejó algunas obras valiosas -Del bajo fondo, en colaboración con su padre; Ciudad triste, que le grabó Piazzolla, y una suite tanguera para Cacho Tirao-. Hizo, no sin cierta resignación, la rutina tanguera, con inclusión del Japón y de los Estados Unidos; acompañó a cantantes (Alberto Marino, Jorge Sobral, Alba Solís). musicó versos de amigos o allegados. A la vera de Piazzolla conoció un poco más de mundo y zapó, entre otras, en la orquesta de Argentino Galván.
"Con el indio aprendí una barbaridad, -le confesó a Horacio Ferrer, su colaborador en La ciudad perdida (1977/1978)-. tocó en el Parque Japonés y en Hollywood. Sus presentaciones postreras ocurrieron en el café Homero. Allí, según dijo un cronista, entre café, cigarrillos y bebida, dictó cátedra de piano y de tango. Antes había compuesto algunas piezas con un músico de avanzada, Saúl Cosentino, y con su amigo Mario Valdéz. A éste le confesó: "Me gusta el tango- tango; el tango de Manzi y de Demare, pero Demare y Manzi ya no están. Vamos a hacer uno..." E hicieron Madera y cartón: ''Casitas de chapa, madera y cartón, y un tango en La radio, vendiendo emoción. Ha de haber escrito su parte con la mano derecha, que reservaba para el tango.


martes, 15 de mayo de 2012

Armando Taggini Biografía- 15 de febrero de 2012



ARMANDO MARÍA TAGINI

Armando María Tagini nació en Buenos Aires el 9 de junio de 1906 y murió en la localidad suburbana de San Andrés el 12 de junio de 1962.  
Militó en la tupida falange de cantores nacionales que en la década de   1920 crearon el tango canción y cuyo destino ha sido el anonimato.  No ganó Tagini con su voz el lotecito que retiene en la memoria colectiva sino con la vivacidad de su musa.
A fines de 1927 el ya autor de La gayola (con Tuegols). Gloria (con Humberto Canaro). Bajo fondo (con Ciriaquito) y Perfume de mujer (con Guichandut) declaraba al vespertino "Crítica": “Debuté en la típica de Aieta. En Radio LOZ en enero de 1926. Con ese conjunto estrené Siga el corso, Tus besos fueron míos, La violetera y Bajo Belgrano.  Las letras de esas canciones son debidas al distinguido poeta Francisco García Jiménez, mi autor preferido”, Tagini pasó luego a otras emisoras. En 1928 se había convertido en un letrista profesional. autor de letras de tangos y de paratangos, como el shimmy A orillas del Nilo y el foxtrot Esfinge (En el golf, el tenis club o el salón tu gentil presencia es un imán), musicalizados por Mauricio E. Migrot. Ese año no consiguió que Marioneta fuera nominado en el concurso Max Glücksmann, pese a lo cual fue grabado muy pronto por Azucena Maizani, Ignacio Corsini y Carlos Gardel. Hoy persiste, con buen derecho y notable gallardía, en el repertorio de no pocos intérpretes. En 1931 cantó con acompañamiento de guitarras en la radio Nacional (luego Belgrano). Ese año se casó con Juanita Basca; en 1934 nació su primer hijo. en 1938; el segundo y fue raleando su actividad canora hasta despedirse de ella en 1941.
Gaspar J. Astarita, que ha dejado en su valioso periódico Tango y Lunfardo una prolija semblanza de Tagini, dice que éste nunca pudo llevar su voz a los fonógrafos. Otros muchos
empero, dejaron grabadas sus letras; entre ellos, Gardel registró La Gayola (1927). Gloria (1927). Mano cruel (1928), Marioneta (1928). Misa de Once (1929), Perfume de mujer (1927) y Buey manso (1930). Luego obtuvo Tagini por lo menos otros dos éxitos notables: La marcha nupcial, con música de Juan Clauso. que Corsini registró en marzo de 1932, y El cornetín del tranvía, música de Oscar Arona, que, en 1937, logró el primer premio del certamen abierto entonces por SADAIC, tango del que puede recordarse la versión que en junio de aquel año dejó la orquesta de Francisco Lomuto con su excelente cantor Jorge Ornar.
Tagini prefirió a otros modelos entonces vigentes -Contursi, Flores, Romero, González Castillo- el que le ofrecía García Jiménez, su contemporáneo, que sólo lo superaba en siete años de edad y cinco de tanguero (Zorro gris es de 1921). El vate de Siga el corso tiraba más a literato que a letrista y a poeta. Sus versos oponían al lunfardo algunos vocablos de más elevado nivel social (zarpa ruda, dama de organdí). Tagini prefirió un lenguaje al ras de la gente modesta. Se inició con uno de los grandes tangos malandras, La gayola, representativo del que Aprile llamó el arrabal salvaje, pero era un romántico, tan finamente romántico como trasciende Perfume de mujer. En Tagini, el poeta pugnaba por manifestarse y el letrista lo retenía en su específico cometido. Uno y otro cohabitaban en tensión permanente. Alas tenía Tagini para volar más alto, pero se decidió por una escritura sencilla, más próxima al vuelo lírico de Manzi que a la retórica de García Jiménez; noble y comedida como lo era él mismo, que no porque si recibió el título de caballero cantor antes de que lo luciera Ignacio Corsini.


lunes, 14 de mayo de 2012

Ricardo Tanturi Biografía 14 de mayo de 2012




RICARDO TANTURI

Nació en Buenos Aires. en el barrio de Barracas el 27 de enero de 1905 y falleció en la misma ciudad el 14 de enero de 1973.
Era cinco años menor que D' Arienzo y nueve mayor que Troílo. Su hermano, Antonio Tanturí, autor de Triste regreso y Pestañitas (letras de García Jiménez}. le enseñó a tocar el piano. Aprendió bien sus lecciones, tan bien como las que le impartían en la Facultad de Medicina, donde se recibió de médico. Otro estudiante, compañero y amigo, Raúl Sánchez Reynoso. había organizado una jazz-band y en ella se enroló Tanturi. Con el mismo Sánchez Reynoso y Antonio Arcieri a los violines formó más tarde un trío para presentarse en un cine de San Cristóbal: el chansonnier era Juan Carlos Thorry. Éste ya había cantado con Osvaldo Fresedo e inclusive había grabado con esa orquesta Leguisamo solo (1927) y otros tangos.
En 1931 Tanturi formó su primer conjunto -un sexteto-, al que llamó Los Indios como homenaje a un equipo de polo que llevaba ese nombre. Lo amplió luego -inclusive con un cantor oficial, Carlos Ortega- y tuvo la suerte que lo escuchara Pablo Osvaldo Valle, director artístico de la radio El Mundo. Oírlo y contratarlo fue todo uno. Simultáneamente comenzó su carrera discográfica. que alcanzaría a 178 versiones en veintinueve años de labor, entre Tierrita, de Bardi, y El resero, de Petillo, una y otra sin canto.
En 1940 comienza la gran historia de Tanturí, cuando incorpora a un cantor que se llamaba Alberto De Luca, que era nueve años menor que él, se hacía llamar Alberto Du al y finalmente fue Alberto Castillo. De la aparición de la voz de Castillo en la radio capilla de mi casa, (yo tan sólo veinte años tenía), conservo recuerdos un tanto marchitos; mucho más vivos son los del revuelo que esa voz suscitó en la tanguería. Todavía el tango podía producir acontecimientos y la integración del binomio Tanturi - Castillo fue uno ele los más notables de la guardia del Cuarenta. Sólo han de haber­ lo superado las grabaciones de La cumparsita y La puñalada (las de 1943) hechas por D' Arienzo y los versos de Malena en la voz de Fiorentlno (1941). Castillo representó, tal vez, para el avatar canoro del tango lo mismo que D´Arienzo para el avatar rítmico:  una suerte de retorno a las fuentes, justo cuando el tango se abría a los refinamientos de conservatorio. No fue poco el mérito de Tanturi al elegir a Castillo y aceptarlo en su ubicación artística, situada exactamente en las antípodas de Roberto Maida, de Femando Díaz, de Fiorentlno, de Roberto Ray, los más claros referentes del estribillismo. La proeza de la generación de estupendos cantores de orquesta, producida por la guardia del Cuarenta, fue la de haber compatibilizado el canto con la bailabilidad.  Castillo, entre ellos, porque la orquesta de Tanturi nació bailable y no relegó nunca esa cualidad que estaba en su misma esencia.
Cuando Castillo se supo vedette emigró de Los Indios hacia el primo cartello. Tanturi, con buen ojo y mejor suerte plantó en su lugar a un uruguayo admirable, que se llamaba Enrique Campos, que si no fue el más tanguero de los cantores de tango -Gardel aparte, pardiez; Gardel es el único-, le pasó raspando. Roberto Videla -llevado por el mismo Campos-. Osvaldo Ribó. Elsa Rivas, Juan Carlos Godoy fueron sucesores de aquellos dos cantores sin reposición.
Típico producto de la guardia del Cuarenta, cuando esta languideció la orquesta de Tanturi se fue apagando. Disoluciones y recomposiciones signaron los años postreros. Es duro decirlo, pero una orquesta de tangos requiere talento, buen gusto y alma porteña. También exige mercado. En los seis primeros años de la década de 1960, Tanturi no grabó un solo disco. El último lo imprimió en 1966. Sobrevivió siete años a su orquesta. Es cierto que uno lo Identifica con Castillo y con Campos, pero vale la pena prestar atención a sus veinte interpretaciones sin canto. También en ellas habita una clara y honda tanguedad.

jueves, 10 de mayo de 2012

Arturo Navas - Biografia - 10 de mayo de 2012

Arturo Navas
Arturo Navas Sosa nació en Montevideo el 1° de mayo de 1876 y murió en Buenos Aires el 22 de octubre de 1932. Se lo nombra también como Arturo Navas (así en la propaganda discográfica de la Casa Tagini), Arturo de Nava (cfr. Boris Fuga y Tabaré de Paula) y en el libreto de Justicia Criolla (edición de 1899) aparece, "Navas". Su padre, famoso payador oriental, firmaba Juan de Nava,
En 1897, cuando tenía 21 años, Arturo representó en el teatro "Olimpo", al estrenarse Justicia Criolla, el papel de un guitarrista cantor. El personaje dice de sí mismo que no es payador, sino un aficionado. Poco más tarde, en La ley suprema, sainete debido, como el anterior, a Ezequiel Soria, personifica a un gaucho errabundo y cantor, Calandria, y tiene bastante letra. En uno y otro caso el primer actor fue un español, Enrique Gil. Luego Navas pasa a la compañía de los Podestá, donde cumplió una buena carrera. Inclusive hizo el Alejo de La piedra del escándalo, la pieza de Martín Coronado ofrecida en el "Apolo" en 1902. Ya era un afamado cantor y excelente bailarín de tangos, condiciones ambas que lucía en sus presentaciones escénicas.
En 1930, al intervenir en uno de los famosos filmes cortos que Eduardo Morera hizo con Carlos Gardel, se confesó un hombre viejo, humilde y muy agradecido de que el gran cantor interpretara La vida del carretero, "ese macarroncito que estaba enterrado en el polvo del olvido". Siempre había sido considerado, sin embargo, como el máximo intérprete del canto criollo, autor y cantor -hoy habría que decir cantautor- de milongas, estilos, cifras y también algún tango. León Benarós lo evocó, en 1955, como "un cantor excelente, de voz fresca y agradable, antecesor de Carlos Gardel en la idolatría popular". Algo más tarde, en sus memorias publicadas en 1973, Juan Carlos Marambio Catán (que, en 1913, cuando Navas era un artista hecho y derecho y Gardel pugnaba aún por debutar profesionalmente, largaba la Escuela Naval y se metía en el canto criollo haciendo dúo con Fernando Nunziata) dejó escrito: "Saúl Salinas era, en esa época, una de las figuras más populares por la calidad de su voz y por la novedad de su repertorio, ya que era casi en su totalidad cuyano, Arturo Navas era otra gran figura de la canción, en esos años la más importante. Precisamente se hallaba en esos días actuando en el teatro "Ópera" de Rosario» cobrando $ 2.- la entrada, lo que se consideraba un precio excepcional para oír a un cantor popular que actuaba solo, sin número de relleno", Y lo describe: "Navas era un hombre alto, delgado, muy acicalado, muy elegante, vestía un saco negro cruzado y unos pantalones de fantasía de perfecto corte inglés, botines de charol y un sombrero gris, tipo diplomático, como le decían entonces".
También por aquellos años Gardel cultivó la amistad de Navas, de quien recibía consejos y enseñanzas y a quien admiraba profundamente. Juntos frecuentaban los camarines de los teatros, donde solían pasar dos o tres horas cantando, según testimonio de César Ratti, recordado por Orlando Del Greco. Cultor él mismo del canto criollo, Gardel tenía debilidad por La vida del carretero, la más famosa página de Navas, que data muy de comienzos del siglo. La grabó dos veces, en dúo con Razzano en 1922 y solo en 1928. Con ella comenzaba ritualmente sus presentaciones artísticas en Francia. La parte silbada la hacía con gran entusiasmo.

Se dice que Arturo de Navas fue payador. Para entonces la payada y el canto criollo andaban bastante confundidos, como lo muestra el citado pasaje de Justicia criolla. El payador improvisaba y confrontaba con otro en las payadas llamadas de contra-punto. El cantor criollo interpretaba canciones, propias o ajenas, compuestas con anterioridad, A veces también payaba, y algunos con gran destreza, como Ángel Greco, por ejemplo. Los cantores criollos fueron con las tonadilleras y, un poco más tarde, con los actores de comedia y las bataclanas, los precursores del cantor y la cancionista de tango. El mayor de todos, Carlos Gardel, emigró del canto criollo y creó el tango canción. Arturo de Navas fue apagándose como el género que cultivaba.

martes, 1 de mayo de 2012

Francisco Alfredo Marino - Biografia - 25 de abril de 2012

Francisco A. Marino
Francisco Alfredo Marino, el autor de  los versos de El ciruja, nació en Buenos Aires, barrio de Almagro, el 30 de enero de 1904 y murió en la misma ciudad el 21 de marzo de 1973.
De chico no más se agenció una guitarra y comenzó a pulsarla de oído, hasta hacerlo con soltura profesional. En 1922 -18 años- se presentó como cantor en el famoso café "Nacional", donde hasta entonces nadie había osado cantar desde el palquito. En 1924 formó con Pablo Eduardo Gómez un dúo que se presentó en el cabaret "Casino Pigalle" y luego en el mencionado café. En éste actuaba, por entonces, la orquesta de Ernesto de la Cruz que, naturalmente, carecía de vocalista. Una apuesta acerca del empleo del lunfardo en las letras de tango movió al cantor y guitarrista Marino a improvisarse letrista. Produjo así una página magistral, un clásico que aún perdura, El ciruja. Este y sus contemporáneos La gayola (Tagini y Tuegols) y Barajando (Escáriz Méndez y Vaccaro) son los últimos grandes tangos malandras: el lirismo de Manzi despuntaba ya tímidamente en Viejo ciego. Los versos de Marino fueron musicalizados por Ernesto de la Cruz, y con la orquesta que éste acaudillaba los estrenó Pablo Eduardo Gómez. Marino jamás los cantó en su vida. Gardel, en cambio, ni corto ni perezoso los grabó ese mismo año, lo mismo que Ignacio Corsini y Rosita Quiroga.
Al siguiente -1927- se lo encuentra a Marino acompañando con su guitarra y junto a las de Iturralde y Barroso a Juan Carlos Marambio Catán. Ese año se casa, y abandona la farándula, pero en 1930 no resiste la invitación que le hace Carlos V. Geroni Flores para incorporarse en la orquesta que estaba formando y con la que llevaría el tango a Europa. Va como guitarrista (los cantores son Julio Vega y Héctor Morel). Pronto, empero, se independiza de la orquesta y forma con Morel un dúo que luego se convierte en trío cuando se les suma la morena americana, Nildey Watkins, cantante de blues. Sus andanzas europeas hacen una suerte de pendant con las de Marambio: el autor de Acquaforte marcha hacia el este y el de El ciruja prefiere España y Marruecos.
Ya de regreso en Buenos Aires Héctor Morel se convierte en Héctor Farrel y Marino se incorpora corno chansonnier en el famoso sexteto de Elvino Vardaro (1934). Pero lo que realmente le tira es el teatro y corno actor se lo ve en dos comedias musicales de Canaro y Pelay, La patria del tango y Mal de amores; donde el canto corría por cuenta de Agustín Irusta, Roberto Fugazot y Roberto Maida. Hizo una buena carrera y se lució inclusive junto a López Lagar que era entonces una especie de marca en el orillo del buen teatro. En el radioteatro, Marino se hizo famoso en las series Los Pérez García y Peter Fox lo sabía. También se asomó al cine argentino en algunas películas como Turbión, El loco Serenata, Pelota de trapo y Su última pelea. Estuvo durante 22 años en radio El Mundo y en 1967 se le confió la dirección de esa emisora.
Marino dio al tango una treintena de letras, además de la versión expurgada de El ciruja, que obtuvo, durante la veda radiofónica del lunfardo, la respectiva aprobación de Radiocomunicaciones. Algunas, como Vieja volanta y El aguatero, no carecen de cierto encanto evocativo. Ninguna alcanza, sin embargo, la altura de El ciruja y ningún verso de la literatura tanguística ha igualado la expresividad del dodecasílabo imbatible que también admiraba Francisco Villaespesa: "campaneando un cacho'e sol en la vedera".
El 30 de junio de 1972 la Academia Porteña del Lunfardo realizó una sesión pública en homenaje a Marino. Marambio Catán recordó episodios de sus andanzas comunes, Luis Ricardo Furlan hizo un análisis poético de El ciruja y yo dije muchas cosas, menos la que repito siempre y digo ahora para salvar aquella omisión: ¡Qué bueno que el autor de El ciruja, justamente el autor de El ciruja, sea todo un caballero! Aquella tarde el autor de El ciruja no pudo agradecer el homenaje porque se puso a llorar.
En 1993, Silvia Laura Papa, alumna de la entonces Universidad del Tango de Buenos Aires, en la cátedra Cantantes de Tango, dictada por Roberto Gutiérrez Miglio, presentó una completa monografía sobre Francisco Alfredo Marino.