Distinción del Centro de Cultura Tanguera Alfredo Belussi

Distinción del Centro de Cultura Tanguera Alfredo Belussi
Tango, Radio y más Historias, blog distinguido por su aporte a la difusión del Tango, sus autores e intérpretes.

domingo, 7 de julio de 2013

Luis Rubistein - Biografía- 7 de julio de 2013


                                                       Luis Rubinstein
Nació en Buenos Aires el 2 de julio de 1908 y murió en la misma ciudad el 10 de agosto de 1954. César Tiempo, en una cariñosa evocación, lo presentó en la viejísima casa de Balvanera Sur, a una cuadra del Once, donde pasó su infancia. Tenía doce años, combatía su tartamudez cantando tangos y milongas en el Parque Goal de Avenida de Mayo y Sáenz Peña y cuando se dio cuenta de que había nacido para descubrir el color de las nubes y distinguir la música de los pájaros atorrantes de la de los polifónicos, y pensar que una lágrima es el diamante que el corazón les regala a los ojos, abandonó el hogar y se fue a vivir a una piecita en la casa que ocupaba Anselmo Aieta. Comenzaban a llamarlo Petit Gardel.
Luis y sus hermanos fueron cuatro de los muchos hijos de inmigrantes judíos que se aporteñaron al compás de los tangos. José Judkovski ha reseñado esa maravillosa e impensada consecuencia de los pogromos, una gesta iniciada tal vez por los Bernstein y el ruso Gutman, y que seguramente no tendrá fin. Los Rubinstein -Luis, Oscar (Oscar Rubens, 1914-1984), Mauricio (Maury; 1916-1984), Elías (Elías Randall, 1929)-vivieron una infancia con más penurias que caramelos. Luis fue aprendiz de gorrero, repartidor de leche y de almacén, y al cabo de los trabajos y los días, resultó poeta y músico (es decir, tanguista completo), inventor de la Primera Academia Argentina de Intérpretes (PAADI) y, por fin, próspero inversor en el mercado inmobiliario.
Inició su carrera de poeta apoyándose a la vez en Aieta y en Rosita Quiroga. Aquel, que le llevaba doce años, musicó su tango primero, Estoy borracha. Rosita se lo grabó en noviembre de 1926. Como se ve, Rubinstein fue tan precoz como entonces se usaba: a los 18 años ya tenía un tango en los fonógrafos, en la voz de una estrella que había grabado cosas como Julián, Mocosita, Sentencia, Viejo coche y De mi barrio. Después -dice Orlando Del Greco-, publicó centenares con músicas de relevantes compositores... y muchos, muchísimos con las propias, que creaba de oído, pues nada sabía de pentagramas. Su mayor proeza letrística fueron los versos que compuso para el tango 6a. del R. 2, atribuido a Peregrino Paulos, reactualizado por la orquesta de Pedro Maffia, cuando tocaba en el cabaret "Pelikan". Lo rebautizaron Inspiración. Cantaron esos versos para siempre Libertad Lamarque y Agustín Magaldi. Para entonces, Gardel le había grabado Tarde Gris (17-6-30), con música de Juan B. Guido, pero todavía Mercedes Simone no cantaba Cadenas (1933) ni Milagro (1936), que son sus máximas creaciones tanguísticas, si bien no debe olvidarse, entre los centenares que dice Del Greco, Charlemos (1941), popularizada por Carlos Di Sarli con el chiquilín Roberto Rufino, y por el veterano Ignacio Corsini, ni tampoco Tu perro pekinés (sobre el tema de Los vueltas de la vida, de Manuel Romero, y Anoche, de Cátulo Castillo, que Troilo y Rivero grabaron en febrero de 1948.
Rubinstein -los cuatro hermanos- fueron los que podríamos llamar bohemios de medios, pero no de fines. Supieron conciliar lo útil con lo agradable, lo cual no constituye ciertamente un desvalor. En una época en que el mercado tanguero era propicio, y hasta ávido, crearon la PAADI para dotar de intérpretes aptos a una especie musical que encontraba en el canto su expresión predominante. Tiempo dijo que el cuerpo de Luis se convirtió entonces en campo de batalla de dos espíritus, el travieso, saltarín e iluminado por la más fresca poesía, y el burgués, dedicado a altas empresas de las que salía siempre airoso. Sus operaciones inmobiliarias hacían tanto ruido como sus creaciones musicales. Pero el autor de Dominio no pasó en vano por el territorio del tango y me encanta rescatar sus huellas cuando puedo hacerlo.

Murió muy joven, como Gardel. En 1954 sólo tenía 46 años. Como el protagonista de Charlemos, fue a su modo el cautivo de un sueño tan fugaz que no alcanzó a vivirlo.