HOMERO EXPÓSITO
Homero
Aldo Espósito nació en
Campana (provincia de Buenos
Aires) el 15
de noviembre de 1918
y murió en Buenos Aires el 23 de
setiembre de 1987. A los tres
días de nacido
fue llevado a
Zarate, donde pasó su infancia. Ya
adolescente, cursó en el Colegio San José, de Buenos Aires; también fue cadete
en el Liceo Militar y estudiante en la Facultad de Filosofía y Letras. Le
interesaba la literatura, pero no los títulos. Su temperamento bohemio no era
tampoco compatible con las disciplinas universitarias. Por eso, cuando Héctor
Stamponi le propuso acercarlo a los jóvenes músicos reunidos en torno a Miguel
Caló, lo hizo, juntamente con su hermano Virgilio, pianista y compositor. Descubrió
su vocación cancionera gracias a Juan Ehlert, un músico alemán de muy buena
formación, que se había casado con una niña de Zarate. Sus alumnos eran gente
de la zona: Armando Pontier, Héctor Stamponi, Enrique Mario Francini, Cristóbal
Herrero. Ya en Buenos Aires, hacia 1945, se vinculó con Discépolo, con Manzi,
con Cátulo Castillo. En tanto, Stamponi lo acercaba a la famosa Orquesta de las
Estrellas, dirigida por Miguel Caló, de la que era pianista y en la que
formaban el violinista Francini y el bandoneonista Domingo Federico. Comenzó
entonces su carrera de letrista que constituyó una larga serie de éxitos.
Horacio Ferrer ha considerado la cancionística de Expósito -así éste escribía
su apellido- como una síntesis de Manzi y de Discépolo, que fueron un poco sus
mentores en los años de formación artística. Si bien su primer tango fue Rodar,
con música de su hermano, que le estrenó Libertad Lamarque, él consideraba que
su verdadera iniciación se produjo con los músicos de Caló, si bien confesaba
no recordar cuál había sido su primera letra "sacada
profesionalmente" (tal vez haya sido Pa' qué, con música de Pontier, nunca
editada). Su obra incluye obras como Yo soy el tango (1940, música de Domingo
Federico), Al compás del corazón (1942, música de Domingo Federico), Tristezas
de la calle Corrientes (1942, música de Domingo Federico), Trenzas (1942,
música de Armando Pontier), Óyeme (1942, música de Enrique Mario Francini),
Percal (1943, música de Domingo Federico), Yuyo verde (1944, música de Domingo
Federico), Pequeña (vals, 1945, música de Osmar Maderna), Margo (1945, música
de Armando Pontier), Te llaman malevo (1957, música de Aníbal Troilo) y muchas
más. Sin duda Hornero Expósito -cuyo prestigio se acrecienta con los años que
transcurren- adoptó una actitud original frente a la letra del tango: la
introdujo vigorosamente en la jurisdicción de la literatura, como si hubiera
querido encerrar en ella el fascinante universo poético que Ángel Batisttessa y
Guillermo de Torre le habían descubierto desde la cátedra de la Facultad de Filosofía
y Letras. El pueblo aceptó ese nuevo estilo y, además, lo celebró con
admiración y entusiasmo. En sólo cinco años, el todavía muy joven vate,
campanense y zarateño a la vez, se incorporó en el parnaso arrabalero mano a
mano con Flores, con Cadícamo, con Manzi, con Discépolo.