Ada
Falcón
Ada Falcón (Ada Aída Falcone) nació en
Buenos Aires el 17 de agosto de 1905 y desde 1942 vive retirada en las sierras
cordobesas. Sus dos hermanas, Adhelma (Marianita Falcone) y Amanda Falcone,
también fueron cancionistas. Ada reveló al investigador Roberto Gutiérrez
Miglio que no es hija de Domingo Falcone, sino de Miguel Nazar Anchorena, con
quien su madre, Cornelia Boesio, estuvo unida durante algún tiempo.
En una carta que, a mediados de 1970,
envió a un rotativo de Buenos Aires desde su retiro en Salsipuedes decía:
"Realicé cientos de grabaciones en diez años para el sello Odeón".
Según el recuento de Gutiérrez Miglio no son tantas, sino tan sólo 217, casi
todas con el acompañamiento de la orquesta de Francisco Canaro. Ellas incluyeron,
naturalmente, tangos, pero también foxtrots, valses, rancheras, pasodobles e
inclusive una canzoneta (Sensa mama e senza amore, año 1932), entre 1925 y
1942. Recordemos que las realizadas por Azucena Maizani fueron 273 y por
Mercedes Simone, 246).
Las hermanas Falcón comenzaron su
carrera artística siendo muy niñas. Ada tenía poco más de cinco años cuando se
presentaba en festivales y varietés con el apodo La Joyita Argentina cantando
tonadillas y can-zonetas. La madre impulsaba la carrera de las niñas y logró
que Adhelma y Ada, chiquillas de 15 años, intervinieran en un film mudo, El
festín de los Caranchos. Una revisión prolija de las informaciones teatrales de
las dos primeras décadas permitiría encontrar el nombre de Ada junto al de tres
cupletistas ítalo-criollas: Iris Marga, Linda Thelma y Delia Rodríguez (dicho
de otro modo, Iris Pauri, Ermelinda Spinelli y Carmen Forastieri).
Como le había ocurrido a Azucena
Maizani seis años antes, durante una reunión social, Ada conoció, en 1929, a
Enrique Delfino y éste le proporcionó entonces al tango una nueva estrella. En
efecto, Odeón se interesó por la recomendada de Delfy, que ya tenía el
antecedente de cuatro tangos grabados para Víctor, en 1925, con la orquesta de
Osvaldo Fresedo. Con el trío del mismo Delfino imprimió siete discos de dos
caras y sin solución de continuidad siguió grabando con la orquesta de
Francisco Canaro, con quien vivió una prolongada y tempestuosa relación
sentimental. Era entonces una mujer joven y bella, de ojos tan profundos que nadie
se atrevía a mirarlos, suntuosa y distante, amante de las sedas, las pieles y
los perfumes carísimos. El cine recogió su figura -y la maltrató- en una
película financiada por Canaro, ídolos de la radio (1934), donde compartió el
cartel con Olinda Bozán e Ignacio Corsini, dirigidos todos por el pionero
Eduardo Morera.
Las broadcastings (Radios) más
importantes tuvieron en sus elencos a Ada Falcón, quien nunca realizó
actuaciones públicas con Canaro ni participó tampoco en ninguna de las comedias
musicales que el célebre músico presentó por las décadas de 1930 y 1940. Podría
decirse que Ada Falcón fue exclusivamente una estrella de la radio y del disco,
lo que rodeó a su personalidad de cierta aureola de misterio. La llamaban
"El alma del tango". Los apodos fueron cambiando: "La
sacerdotisa" la llamó un periodista; "la Greta Garbo del tango",
la llamó otro. Algunos devotos peregrinaron y siguen peregrinando a las sierras
para obtener una confesión de esta anciana dama, aventando las cenizas que
cubren el rescoldo de sus amarguras. Yoyi Kanematz, el máximo referente japonés
del tango, peregrinó llevado por un propósito más noble: acercar a la diva un
presente que fuera al mismo tiempo una ayuda.