Distinción del Centro de Cultura Tanguera Alfredo Belussi

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Tango, Radio y más Historias, blog distinguido por su aporte a la difusión del Tango, sus autores e intérpretes.

domingo, 21 de septiembre de 2014

Linda Thelma 20 de setiembre de 2014


Linda Thelma
Linda Thelma, por verdadero nombre Ermelinda Spinelli, nació en un lugar de Italia no documentado y en una fecha incierta de la penúltima década del siglo XIX. Murió en el hospital Rawson de Buenos Aires, el 23 de julio de 1939, al cabo de dos años de internación.
Cuando me hice cargo de la cátedra Introducción al Tango, en la ahora metamorfoseada Universidad del Tango de Buenos Aires, encomendé a mis alumnos una investigación de Linda Thelma, la más famosa de las tonadilleras criollas y una de las primeras artistas que profesó el canto del tango. Todos trabajaron con empeño y la doctora María Isabel Donadío logró compilar un nutrido dossier que está depositado, con el número 3.499, en la biblioteca de la Academia Porteña del Lunfardo, donde pueden consultarlo estudiantes y estudiosos. La doctora Donadio exhumó el acta de defunción de la artista. En ella se lee que era argentina y tenía cuarenta y nueve años. Tito Livio Foppa también dice que era argentina, y porteña, y que había nacido en 1884. Lily Sosa de Newton, en su Diccionario de mujeres argentinas, repite estos datos y lo hacen también otros autores. En discordia parcial se manifestó Osvaldo Sosa Cordero, que coincidió en el año 1884, pero la dio como italiana aunque "se consideraba genuinamente porteña" (digamos que como Ignacio Corsini, Ambrosio Río, Alfredo Pelaia, Alberto Moran y otros que no son pocos). Donadío ha indagado en publicaciones de época y registra así algunas expresiones despectivas que el diario Crítica dedicó a Linda Thelma en 1915. Poco después informaba, sin embargo, Que «la precoz tonadillera ítalo-criolla, señorita Linda Thelma, anuncia para el jueves (25 de febrero) su seretta donare celebrando "sus bodas de plata con la tonadilla ingenua" y se refiere a "las apasionadas simpatías que ha sabido conquistarse". Insiste la gacetilla en que se trata de una cantante ítalo-criolla y que lo que celebra es el 25° aniversario de su debut en el teatro nacional. Había debutado, pues, en 1890, y suponiendo que tuviera entonces diez años, la fecha de su nacimiento debería estar fijada en 1880. Por el tono de las sucesivas publicaciones de Crítica, 1915 fue para Linda Thelma un año de grandes triunfos.
En la nota necrológica, Crítica recordaba la belleza morena de sus veinte años, que podía más que su personal talento. Agrega que "encarnaba un tipo exacto de criolla y se movía con la audacia de un guapo en los pasos de baile". Agreguemos que, con Pepita Avellaneda, fueron las primeras en cantar los viejos tangos rufianescos, y que lo hizo con atuendo masculino, anticipándose en ese candoroso través mismo a la gran Azucena Maizani.
Por lo que se sabe, se había iniciado en el teatro en 1904 y hacia 1908 abandonó la comedia para dedicarse al varieté. Según Foppa, estuvo en España, donde recogió grandes éxitos que la indujeron a consagrarse por completo a la canción argentina -desde el melancólico estilo al tango provocador-, la que le valió que la famosa Madame Rassimí, cuando se presentó en Buenos Aires, en 1922, la invitara a actuar en la Reúne de Printemps, del "Moulin Rouge", en París. En esa ciudad se encontró con Francisco Canaro, quien la contrató como cancionista de la orquesta que presentaría en el "Mirador" neoyorquino. Una enfermedad le impidió luego actuar. De regreso, y de paso por Lima, se enredó en una relación sentimental con Augusto Bernardino Leguía, un político devenido dictador que gobernó al Perú entre 1919 y 1930.

En Buenos Aires, Linda Thelma intentó reverdecer sus laureles, pero ya se la había olvidado. Se presentó como "número vivo" en un cine de Constitución, ante los bostezos de la menguada platea; luego intentó cantar "entre las risas y las burlas" en un teatro deshonesto del Bajo durante una velada muy amarga para sus viejos admiradores. Enseguida la enfermedad y la muerte. Su voz de tiple ha quedado en algunos discos fonográficos; su belleza y su picardía, en la leyenda.