FRANCISCO PRACANICO
Nació en una familia de
músicos de la ciudad bonaerense de San Femando el 15 de mayo de 1898 y murió en
la misma ciudad el 30 de diciembre de 197l.
A partir de Madre
(letra de Verminio Servetto, 1922), Gardel le grabó trece composiciones.
Cuando le pasó aquel
tango, como en la casa no había piano, se lo cantó. Cantando empezó su carrera;
cantando y tocando la guitarra en un circo. También ejercía otro menester
ineludible: tocar el piano en los cines mudos.
En 1914 ingresó en el
conservatorio de Adolfo Carabelli y en 1918 era pianista en la orquesta de
Augusto P. Berto. Para entonces había compuesto ya su primer tango, Monte
Protegido (1916). nombre de un barco argentino hundido por la armada alemana
durante la primera guerra mundial. Luego compuso Tatita (1917)) y; en 1918,
Pampa, que la orquesta de Roberto Firpo grabó en 1919. Quien escuche este tango
y haya escuchado Toda mi vida (Troilo, 1941), si no padece de sordera musical,
no dejará de advertir una curiosa coincidencia. En el mismo año Firpo le grabó
Lydia; en 1920, Páselo y en 1922, Madre. sin canto. La orquesta Select le grabó
Ciudad de San Femando en 1920. Razzano escuchó a Pracánico tocar Madre en la
casa de música Romero y Femández, donde tañía el piano, y lo invitó a pasárselo
a Gardel. Y allá se fue el hombre, con su pipa y su guitarra. Carlitos, que aún
estaba inventando el modo de cantar tangos, no tardó en grabarlo con las
guitarras de Ricardo y Barbieri, e Ignacio Corsini se desquitó grabando Sombras
(también con versos de Servetto) en 1923. (Gardel grabaría Sombras en 1924 y
Corsini, Madre en 1930).
En 1934 Celedonio
Flores compuso un poema que al año siguiente incluiría en su segundo libro de
versos, Cuando pasa el organito. Se titulaba Corrientes y Esmeralda, nombre que
ya había utilizado Enrique Delfino para uno de sus tangos grabados por la
orquesta Select, y José Antonio Saldías para un sainete (1925). Pracánico puso
música a ese tango cuya letra, menos criptica que la del poema tuvo mucha
difusión en la década de 1940.
En 1935. Atilio
Mentasti encargó a Piana y Manzi, de quienes El pescante estaba resultando un éxito,
un tango para la película Monte criollo, que Arturo Mom rodaría con Azucena
Maizani. Manzi escribió los versos, muy hermosos, del tango homónimo; Piana
compuso la música. y me contó Piana, con esa humildad conmovedora que lo
distinguía: "A Mentasti. no le gustó lo que yo había hecho y entonces le
pidieron la música a Pracánico, que presentó una composición muy linda". "¿Y
usted qué hizo con la música, Sebastián?". "Y qué iba a hacer. La tiré".
Eso de ser llamado en caso de apuro es algo que enorgullece a los tanguistas a Piana
también le había ocurrido: cuando Delfino no entregó Lucecitas de mi pueblo
para un filme de Lumiton porque no le pagaban lo que él quería, el autor de
Milonga sentimental tuvo que escribir a toda carrera la música de Noche
provinciana.
Francisco Pracánico era
un músico cabal con el que se podía contar. Por eso, sin duda, en 1925, cuando
Maurice Chevallier e Ivonne Vallée se presentaron en el teatro Porteño y Manuel
Romero quiso hacerles cantar un tango, escribió los versos y pidió la música al
gran sanfernandino. "Nunca podré olvidarte, tango querido del arrabal, y
allá, en Montmartre, tu melodía, por todas partes me seguirá". Y no por
otra razón el gran cantor paraguayo Samuel Aguayo, a quien se tiene por el
inventor del chamamé -y la verdad es que lo inventó en la medida que Gardel
inventó el tango-, pidió a Pracánico la música de Corrientes Poty.
La obra de Pracánico
-Praca, como le decía Gardel, quien a Canaro le decía Cana- es numerosa y
diversa. Podrían citarse la ranchera Hasta que ardan los candiles (1931), que
además de Gardel le grabó Charlo. y los tangos Te odio (1929) y Mentiras
(1932), sobre versos de Cele Flores. que tuvieron la misma suerte.
Nuestros tanguistas han
sido, por lo general, muy fecundos, y Pracánico no resultó la excepción. Salvo
en San Femando. donde es tenido, con todo derecho, como una gloria local, su
nombre no alcanzó, sin embargo, la repercusión lograda por otros músicos que
podrían igualarlo, pero no superarlo. Por estas cosas ha de ser que se pinta a
la justicia con una venda en los ojos.