SAMUEL
GUILLERMO LINNIG
Samuel
Guillermo Eduardo Linnig nació en Montevideo el 12 de junio de 1888 y murió el
16 de octubre de 1925.
Su
padre, Samuel, era belga. A Samuelito, aunque empezó como artista circense, le
tiraban las letras y su firma puede rastrearse en Nosotros, la más famosa
revista literaria de la Argentina. Allí censuró a lbsen y elogió a José de
Maturana. Hombre de picadero y
escenario, optó al fin por la literatura teatral y se hizo sainetero, profesión
por entonces muy rentable.
Primero
ensayó revistas escénicas. Eso en 1915. En 1916, Angelina Pagano le estrenó La
túnica de juego y La copa de cristal.
Excesivamente interesado por las mujeres y el tapete verde, tuvo todavía
un éxito con Jesús y los bárbaros, que Vittone - Pomar le representaron en
1918. Luego, urgido por las deudas de juego, malbarató su talento en sainetes
de menor cuantía. A uno de ellos debe, empero, que no se lo haya olvidado del
todo: Delikatessen Hause, en cuya representación María Esther Podestá de Pomar
recreó el tango Milonguita, con música de Enrique Delfino. Luego, tras haber
dado a la escena engendros como Maison Rístotorini y La dama del Plaza Hotel,
produjo un par de piezas algo más valiosas, Milonguita (1922). donde Manolita
Poli cantaba Melenita de oro, y Puente Alsina (1925). donde la misma actriz
entonó Campana de plata.
El
16 de octubre de 1925 -dejó escrito Jacobo A. de Diego-, ingresó en el Hospital
Español. Una intensa fiebre lo consumía. Miraba sonriente el número 13 de la
habitación que le destinaron. Dirigiéndose a los amigos, dijo: "Mirá, como
para jugarle..." Media hora más tarde se hizo realidad este verso suyo:
"Y toda la luz me dice un gran adiós”.
La
gran Raquel Meller incorporó Milonguita en su repertorio y lo grabó contemporáneamente
con Carlos Gardel, en 1920. Me explicaba Enrique Delfino, ya en sus años
postreros, que con Milonguita creó el tango bipartito (primera, refrán, primera
bis), y que músico y poeta caminaron juntos por la calle Chiclana para
ambientarse. En una pared de la casa de
Delfino había un autógrafo enmarcado: el papelito con que Raquel Meller le
pidió a Francisco Canaro, cuando en 1925 se presentaba en el "Mirador de Nueva
York": "Canaro, por Dios, toque Milonguita”.
Milonguita
fue inspirado en un episodio de la vida real, bastante repetido, por otra
parte. La muchacha que estaba entre la seda y el percal, como un ciervo entre
dos fuentes, se habría llamado, para el Registro Civil, Esther Torres. Más hete
allí que en 1925 el gran historiador porteño Ricardo M. Llanes afirmó que Milonguita
había sido, en realidad, María Esther Dalton, muerta el 10 de diciembre de
1920, a raíz de una meningitis, en la casa donde habitaba, situada en Chiclana
3148. Una investigación coincidente de Juan Carlos Etcheverrigaray, promovió la
airada protesta del señor Guillermo M. Durante, vecino de la niña desde 1908.
"La irresponsabilidad y la inconsciencia, que ya en aquel entonces (1920)
hirieron los sentimientos de la familia, hicieron que, al poco tiempo de fallecida
María Esther, malvendiera su casa optando por emigrar del barrio. Puede que de
la mente de algún fracasado o despechado galanteador surgiera la idea de relacionar
a la heroína del tango con la niña a quien todos queríamos y respetábamos
".
Mi
impresión es que Linnig ubicó su historia en la calle Chiclana por razones
métricas, sin sospechar que al 3148 crecía una dulce jovencita llamada María
Esther ... Y en cuanto a lo demás, a ver quién arroja la primera piedra.