Carlos
Marcucci
Carlos Marcucci, el Pibe de
Wilde, nació en el barrio de Barracas en Buenos Aires, el 31 de octubre de 1904
y falleció en esa ciudad el 31 de mayo de 1957. Fue uno de los mayores
bandoneonistas que tuvo el tango.
Estudió con Arturo Hermán Bernstein,
mal apodado El Alemán, autor de Rama caída y La gaita (su hermano mayor, Luis
Bernstein, lo fue de Don Goyo y El abrojito). Siendo poco menos que un niño
prodigio, Marcucci debutó en el bar "Iglesias", de la calle
Corrientes, integrando el Trío de Pibes, con Cayetano Puglisi y un pianista que
al comienzo fue Almirón y luego, Robledo; y comenzó así la inevitable
performance por cafés y cafetines. En 1923, se enroló en la compañía
Vittone-Pomar, que viajó a México y a Cuba y que incluía también a José Muñiz.
Poco después viajó a Francia con la orquesta de Francisco Canaro (año 1925).
Fogueado ya con el Káiser
(apodo cariñoso que daban a Pirincho sus músicos), formó orquesta propia y con
ella amenizó las funciones del cine "Metropol" y las veladas de
algunas confiterías y cabarets de moda. Fue precisamente en el
"Metropol" donde estrenó su gran tango, Mi dolor, al que puso versos
Manuel A. Meaños. Su fama de bandoneonista justificaba hablar de los Tres M
(Pedro Maffia, Minotto de Cicco, Carlos Marcucci) y de los Tres Pibes (el Pibe
de La Paternal, Fresedo; el Pibe de Flores, Maffia, y el Pibe de Wilde). El
historiador del tango Emilio V. Azzarini ha recordado que en 1935 radio Stentor
formó un pequeño conjunto con los bandoneonistas de mayor jerarquía, Los Ases
de Pebeco. Ellos fueron Pedro Maffia, Pedro Laurenz, Ciriaco Ortiz y Carlos
Marcucci, con Sebastián Piana al piano y Homero Manzi (por entonces principal
colaborador literario de Piana) en las glosas.
Poco después, la revista
Sintonía integró otro conjunto de virtuosos, designando a los músicos por
votación popular. Ellos fueron Julio de Caro y Elvino Vardaro, a los violines;
Francisco De Caro, al piano; Ciriaco Ortiz y Pedro Maffia, a los bandoneones.
«La deserción de Maffia -anota Azzarini- permitió la incorporación de Marcucci,
quien escoltaba a los primeros por el número de sufragios.» Por entonces,
Marcucci militaba en la orquesta de Julio De Caro, en la que había reemplazado
a Pedro Laurenz. Allí permaneció durante varios años, hasta que la orquesta fue
disuelta (su disolución, podría acotarse aquí, es uno de los episodios que
deben recordarse cuando se trata de señalar el fin de la guardia del Cuarenta).
Quienes hablan de Marcucci se
hacen lenguas de su digitación prodigiosa y de sus singularísimas dotes para la
enseñanza del instrumento. Compuso un Método Moderno para Bandoneón, en
colaboración con Félix Lipesker, aparecido en 1945. En el prólogo de la obra
escribió Hornero Manzi: «Marcucci y Lipesker no pertenecen a la etapa de los
ejecutantes y compositores intuitivos. Ellos, por el contrario, militan en la
falange consciente de los muchachos nuevos que se asomaron a la música popular
entrando por la puerta del esfuerzo estudioso. Era lógico: ellos llegaron
cuando ya se quemaban los últimos cartuchos del tango intuitivo». «Con
Marcucci, que es el bandoneón, y Lipesker, que es su música, entiendo que el
método es inmejorable», sentenció Aníbal Troilo. Más importante, empero, es lo
que decían los autores: «El bandoneón entró al uso popular en la República
Argentina desde la última década del siglo pasado. Pero a partir de 1900 fue
cuando se consustanció con la música de la ciudad, llegando a convertirse en el
instrumento fundamental para las orquestas típicas. Esta adaptación al espíritu
del tango, se apoyó, sin duda, en la primaria emotividad de su sonido».
«Marcucci es el bandoneón»,
dijo Troilo. Luis Sierra aseguró a su vez que Marcucci colocó al bandoneón en
el plano de un verdadero instrumento de concierto. El concepto es exacto. Como
es exacto también que el autor de La reja y Viejecita mía (uno y otros grabados
por Gardel) entendía que el tango también era música de concierto.