Francisco
De Caro
Nació
en Buenos Aires el 23 de marzo de 1898 y murió en la misma ciudad el 31 de
julio de 1976. Pudo enterarse, pues, que en 1974 había recordado Lucio Demare: “En
aquella época -comienzo de la década de 1930- había muchos músicos que lucharon
bastante con sus cosas, como Juan Carlos Cobián, que era el aristócrata del
tango, el tipo que estaba metido en la aristocracia, en salones donde tocaba el
piano. El gran valor de ese tiempo era Julio De Cario, Yo, por mi parte, había
puesto los ojos en su hermano Francisco De Caro. A mí me encantaban Flores
negras, Loca bohemia y creo que ésa es la línea que seguí.”
La
línea seguida por el autor de Mañanitas de Montmartre había sido tomada por
Francisco en el conservatorio de su padre, don José De Caro, del que era
primogénito, y avanzó sobre ella durante 70 años, pasando por lo de
"Madame Blanche", el café "El Parque", el
"T.V.O."; por algunos lugares nocturnos y nocturnales de Montevideo,
ciudad donde según Horacio Loriente- tocó por primera vez con su hermano Julio,
en una orquesta organizada por Minotto Di Cicco-, por el bar "Los
Andes", por el "Marzotto", y luego se confundió con la de Julio,
con quien, en 1918, había compuesto el tango Mala pinta, que Roberto Firpo
llevó a los fonógrafos en 1919, La convergencia se consumó poco más tarde, en
el sexteto famoso -Julio y Emilio De Caro, a los violines; Maffia y Petrucelli,
a los bandoneones; Francisco, al piano y Leopoldo Thompson, al contrabajo-. Y
no se alteró cuando, poco después, salió Petrucelli y entró Laurenz. Dijo Luis
Adolfo Sierra -que a su frondoso saber, nutrido en vivencias incansables,
sumaba la frecuentación amistosa de Julio De Caro-, en la que podría
determinarse la etapa inicial de aquella orquesta se advertía nítidamente la
influencia temperamental ejercida por el bandoneón de Pedro Maffia, de pasada
modalidad, con propensión a tos matices afiligranados y a los pianísimos. Al
evocar aquella orquesta, que era el gran valor de entonces Demare, Sierra no se
detuvo mayormente en Francisco: sólo mencionó el acompañamiento armonizado del
piano. Se refería al empleo de la décima -dos notas más allá de la octava- en
los acordes ejecutados con la mano izquierda; la institucionalización de ese
recurso sería el mérito de Francisco, Esto no es mucho, pero fue más allá, puesto
que, sobre la línea de Cabían, hizo del piano -por lo general relegado a
menesteres rítmicos- un protagonista de la música total, a la par del bandoneón
ya famoso de Maffia y del violín medio pretencioso y medio acreditado de Julio.
Demare
miraba, en su juventud veinteañera, hacia el piano de Francisco De Caro, y, al
cabo del tiempo, el mayor pianista actual del tango, Horacio Salgan, proclama
el carácter fundador del piano del hermano mayor de Julio y declara que
Francisco abrió un camino por el que el tango continúa avanzando. Desde otro
ángulo, Loriente asegura que en toda la trayectoria de la orquesta de Julio el
protagonismo de Francisco hace en primer plano y agrega: El testimonio vigente
de los discos confirma su consagración y el deleite que supone los pasajes
solistas interpretando fielmente los temas milongueros o arromanzados, en
especial estos últimos, a los que se afilió casi siempre,
Francisco
compuso tangos muy bellos, como Mí diosa (que Gardel le llevó al disco en 1926,
letra de José De Grandis mediante), el famosísimo Flores negras (1926), Loca
bohemia (1928), Dos lunares (1929), Páginas muertas (1931), Bibelot (1934),
Ideal (1935), Son composiciones arromanzadas, para decirlo con Loriente; es
decir que están en la línea trazada inicialmente por Delfino con Belgique
(1917) y consagrada por él mismo en la nomenclatura tanguística con Griseta
(1924) al que llamó tango romanza. Ésa es la línea en que se ubicó Demare, y,
con él, muchos otros pianistas que hicieron gloriosamente su parte en esa gran
empresa común que es el tango.