Enrique Delfino
Enrique Pedro Delfino nació en Buenos
Aires el 15 de noviembre de 1895 y murió en la misma ciudad el 10 de enero de
1967. Según Sebastián Piaña, fue el primer innovador del tango, el creador del
tango con refrán -el refrain francés, que en castellano se llama estribillo-,
el primero que de un modo sistemático hizo tangos con melodías de aire
internacional. Piaña utilizaba la palabra "sistemático" porque
admitía que Aíma de bohemio (1914), de Roberto Firpo, tiene también una melodía
de ese tipo. Contemporáneo de ese tango (año más, año menos) es Belgique, de
Delfino, dedicado a Bélgica, con motivo de la invasión de las tropas del
Kaiser, ocurrida en agosto de 1914. Belgique -y en eso coincidía Luis Adolfo
Sierra- es el primer tango romanza. A él siguieron, sobre la misma línea, Sans
souci (1917) y Agua bendita (1918), título éste referido a la lluvia.
Por
aquellos años Delfino
estaba en Montevideo,
donde escribió también el famosísimo
Re Ja sí. En dicha ciudad popularizó el seudónimo Rock. De regreso en Buenos
Aires, compuso la música de Milonguita, con versos del uruguayo Samuel Linning,
estrenado por María Esther Podestá en 1920 (año en que lo grabaron Carlos
Gardel y Raquel Meller). Luego estuvo en los Estados Unidos, con Osvaldo
Fresedo y Agesilao Ferrazzano, grabando para los discos de Víctor con una
orquesta ad hoc de- nominada Select; se presentó como humorista del piano en el
teatro "Esmeralda" (ahora Maipo) y en 1924 viajó a Europa, donde tuvo
la grata sorpresa de comprobar que todos los españoles conocían su tango La
copa del olvido (letra de Alberto Vacarezza), estrenado en Buenos Aires en 1921
por el actor José Ciccarelli y llevado a la península por la compañía de
Enrique Muiño y Elias Alippi, en la que el galán cantor era Vicente Climent.
Nunca abandonó Delfino su actividad de
pianista y como tal grabó algunas composiciones. Su nombre, sin embargo, ha
quedado vinculado a un gran número de tangos de todo género, debidos a su
inspiración siempre fresca y juguetona, inclusive en los últimos años de su
vida, cuando la enfermedad le impedía desplazarse y, afectado por una ceguera
que contrajo filmando la película Ronda de ases (1938), permanecía largas horas
sentado al piano o manipulando su transmisor de radioaficionado.
Llevaría mucho espacio mencionar tan
sólo el diez por ciento de los tangos de Delfino. A los ya nombrados deben
agregarse, sin embargo, Griseta (letra de José González Castillo, 1924), el
primero que llevó en la partitura la denominación tango romanza; a Montmartre,
Aquel tapado de armiño, Santa milonguita, Qué querés con ese loro, Padre
nuestro, Palermo, Talán, talán, El rey del cabaret, Lucesitas de mi pueblo,
Ventanita florida, No salgas de tu barrio, Qué lindo es estar metido, Otario
que andas penando, No le digas que la quiero y el postrero, que nunca fue
cantado profesionalmente, Hermano grillo.