Juan
Carlos Marambio Catán
Para
algunos Marambio Catán es apenas un apellido que aparece, junto al de Villoldo
y al de Discépolo, en las partituras de El choclo. Fue Marambio mucho más que
eso, un pionero del canto popular, nacido en Bahía Blanca el 30 de julio de
1895 y muerto en Mendoza el 15 de febrero de 1973. Lo último que hizo en Buenos
Aires fue pasar por la casa de quien esto escribe para dejarle un pingüino de
paño lenzi a Misael, que acababa de cumplir dos años.
Digamos
que era de los Marambio cuyo apellido lleva una de las bases antárticas y que
en 1913 abandonó la escuela naval de Río Santiago y se fue al Paraguay, con un
cantor conocido entonces, Fernando Nunziata. De regreso se mudó el apellido
-pasó a ser Carlos Núñez- y formó dúo con Saúl Salinas, que ya había enseñado a
Razzano a hacer la segunda voz de Gardel. Luego integró otro dúo -Monbrún-- con
Carlos Monbrún Ocampo.
Su
ingreso en la escena se produjo en 1922, cuando reemplazó a Florindo Ferrario,
que también cantaba, en la compañía de Pepe Podestá. Actuó después en la troupe
revisteril de Manuel Romero e Ivo Pelay; formó otro dúo, esta vez con Alfredo
Pelaia; en 1923 grabó su primer disco y en 1924 estrenó Bizcochito, la primera
composición de Discépolo, que ese mismo año llevó al fonógrafo y cuya letra,
aunque firmada por José Antonio Saldías, a pedido del autor, había sido
compuesta por quien sólo firmaba la música.
La
actividad de Marambio es desde entonces intensa y afortunada. Cumple una larga
gira americana que lo lleva a Chile, Perú y Colombia; estrena el tango
Príncipe, el primero de García Jiménez llevado a escena; en dúo con Sofía Bozán
da a conocer Los ojazos de mi negra, zamba de Adolfo R. Avilés que hizo muy
buena carrera; reemplaza al gran barítono José Muñiz para cantar, en la Ópera,
Tiempos viejos, que aquel había estrenado
y se embarca rumbo a Europa, con la orquesta de Julio De Caro, que lo
llevaba como cantor junto a Luis Díaz. No permaneció mucho tiempo junto al
autor de Copacabana y sólito y su alma se fue con su canto a Grecia, Egipto,
Italia, España, Alemania y Yugoeslavia, no sin antes actuar fugazmente en
Venecia con la orquesta de Eduardo Bianco. Lo que resta es el trío que formó
con el cantor Julio Vega y el pianista Juan Cruz Mateo, sus actuaciones en
España, su regreso a Buenos Aires, la rutina teatral y radiofónica, una nueva
gira por Chile y Perú y su retiro, en 1942, después de la temporada que hizo
Luis Arata con Un tal Servando Gómez.
Hombre
de buena cultura, Marambio puso versos a dos tangos de De Caro, El monito y
Buen amigo. Sin embargo, se lo recuerda principalmente como el autor del primer
tango de protesta social, Acquaforte, compuesto en Milán en 1931, sobre una
melodía previa de Horacio Pettorossi. Agustín Magaldi grabó ese tango en 1932 y
Gardel en 1933. Uno y otro eran, con Ignacio Corsini, los máximos exponentes
del tango canción.
Fue
la letra de Acquaforte y no la que compuso para El choclo, en 1930, a pedido de
Irene Villoldo de Corona, hermana del autor, la que aseguró a Marambio un lugar
en las antologías. Porque en 1947 Libertad Lamarque quiso cantar El choclo en
su primera película mexicana, Gran casino. Como no le pareció muy femenino eso
de clavar su daga gaucha en el corazón del rival, pidió a Discépolo que le
escribiera otros versos. Comenzó entonces una larga negociación entre el editor
Alfredo Perroti y Marambio. Finalmente se firmó un contrato en el que se
establece que en la letra de Discépolo colaboró Marambio y que entre ambos se
distribuirán las regalías acostumbradas.
Marambio
dejó un bello y utilísimo libro Sesenta años de tango, compuesto ansiosamente
cuando la muerte le pisaba los talones. Leerlo es indispensable para quien
quiera conocer los entresijos de nuestra canción popular. El 2 de mayo de 1970
la Academia Porteña del Lunfardo designó a Marambio Académico correspondiente
en Mendoza. Como vivía por entonces en Buenos Aires, asistía a las sesiones
académicas y su presencia era una fiesta.