Héctor María Artola
El bandoneonista y arreglador Héctor
Artola nació en San José de Mayo el 30 de abril de 1903 y murió el 8 de julio
de 1982. El historiador Luis Adolfo Sierra dejó escrito que «a Argentino Galván
y a Héctor Artola corresponde la sistematización del arreglo musical en el
tango; Galván y Artola fueron los dos grandes creadores que llevaron al atril
al tango instrumental».
El arreglo no es, como tal vez pudiera
suponerse, producto del protagonismo de algunos tanguistas que pasaron por los
conservatorios y quieren aplicar a creaciones ajenas lo que en ellos han
aprendido; por el contrario, lo considero tan esencial del tango como la
interpretación y tal vez no menos que la creación misma. Un tango, como
cualquier composición musical, es un conjunto de sonidos y no de los signos que
los representan. Esos sonidos requieren, para existir, de los instrumentos o de
la voz humana, pero también de alguien que los haya concertado y; si fuera el
caso, enriquecido mediante los recursos propios del arte musical. Enrique
Delfino recordaba que los creadores
manifestaban rústicamente sus creaciones por medio de sus instrumentos y que
los intérpretes anotaban presurosamente las notas que iban desgranando Arólas o
Bardi, para incorporarlas a sus repertorios. No interpretarían puntualmente -es
de suponer- las notas registradas de prisa sobre el pentagrama. Con ellas
armaban un tango, que es una sucesión de sonidos ordenados de acuerdo con
determinada técnica musical y con el conocimiento diversamente aceptado por los
oyentes y bailarines. No creo que pueda establecerse con precisión matemática
cuánto hay de Arólas y cuánto de Canaro, que fue su primer arreglador, en Una
noche de garufa. Al cabo, creación, arreglo e interpretación corresponden a
tres formas de autoría, distintas pero todas ellas indispensables.Artola fue un
creador. Lo dicen sus composiciones, que no son pocas y de las que prefiero
Tango y copas, sobre todo en la versión de Libertad Lamarque (1943). También
fue un bandoneonista de "refinado estilo" y director solicitado y aplaudido una y otra
vez. Se lo recordará siempre, sin embargo, -y el recuerdo no es caprichoso-
como el músico que en 1953 dirigió para Odeón sus propios arreglos de
Nostalgias, Halcón negro, Mi noche triste y Margarita Gauthier, que han quedado
como "testimonios cabales de la inteligencia e inspirada labor de
Artola" .
No debe olvidarse, de todos modos, que
Quico Artola hizo la habitual carrera de tanguista, en Montevideo, en Buenos
Aires y en Europa, como bandoneonista de conjuntos grandes o pequeños, a las
órdenes de músicos que no eran mancos ni sordos y que, cualquiera hubiese sido
la "cantidad" de música que conocían, se sabían todo el tango:
Edgardo Donato, Eduardo Bianco, Juan Bautista Deambroggio (Bachicha). También
acompañó a cantantes (con Alfredo Malerba y Antonio Rodio, a Libertad
Lamarque); orquestó para Fresedo, para Troilo, para Do Reyes, para Vardaro e
inclusive integró la orquesta dirigida por Argentino Galván que Roberto Maida
organizó, al desvincularse de Canaro, para actuar en el cabaret "Ocean"
y que, debió ser disuelta al poco tiempo porque "la gente no salía a
bailar". Hizo, en definitiva, todo lo que debía hacer un tanguista y
también muchísimo más, y eso en una larga carrera, iniciada en 1924, (en tanto
cursaba en Montevideo su segundo año de abogacía), junto al pianista Juan Bauer
y el violinista Roberto Zerrillo, y concluida en 1970, cuando las radios
estatales, que lo eran casi todas, eliminaron de sus programas a los artistas
para reemplazarlos por discos.
Lo que hizo Artola con el tango (y por
el tango) habría sido imposible sin una profunda sensibilidad tanguera, que es
algo que no se compra en las casas de música, sino parte del patrimonio más
íntimo de la propia personalidad. Pero tampoco se hace sin conocimientos
musicales superiores al promedio. ¿Qué maestros impartieron a Artola esos
conocimientos? Sería bueno saber quiénes fueron para poder nombrarlos con
gratitud.