GUILLERMO DESIDERIO BARBIERI
Nació
en Buenos Aires el 25 de setiembre
de 1884 y
murió en la catástrofe de Medellín
el
24 de junio de
1935. Estuvo catorce años junto
a Gardel. Fue el más consecuente de sus guitarristas. Desde
la canción Campanita hasta
Guitarra mía (25 de marzo de 1935) acompañó a El Mago en centenares de
versiones fonográficas.
Barbieri, izquierda ensayando con Gardel |
Heredó
de su padre, Tristán Barbieri, el gusto por la guitarra y, como tantos otros
aficionados, se lució en conjuntos tradicionalistas de los que menudeaban en
aquellos tiempos del Centenario, primero como guitarrista y luego como cantor.
Por los años en que Gardel- Razzano habían sumado a sus respectivas violas la
del negro José Ricardo y Rosita Quiroga se iniciaba en el canto
tradicionalista, Barbieri formó dúo con Luciano Cardelli. Se trataba, pese a
los apellidos de sus integrantes, de una dupla de intérpretes criollos. El
apellido gringo no era de ninguna manera incompatible con el criollismo, según
pudo demostrarlo José Razzano y también, entre otros muchos, Fernando Nunziata,
Alfredo Pelaia e Ignacio Corsini, estos dos últimos nacidos en la península.
El
dúo Barbieri-Cardelli llegó al teatro "Esmeralda", donde algunos años
antes había estrenado Gardel Mi noche triste, y al "Empire", donde
Rosita Quiroga había compartido cartel con la gloriosa Ekatherina de Galantha.
Razzano, que era a la vez compañero y manager de Gardel, invitó a Barbieri a
sumar su guitarra a la de Ricardo, propuesta que fue aceptada jubilosamente.
Cuando Ricardo emigró en busca de aire más propicios, porque le molestaba
respirar los mismos que José María Aguilar, Barbieri permaneció junto a su
patrón y, llegado el caso, armonizó su viola con la de otros escoberos: Ángel
Domingo Riverol, Domingo Julio Vivas y Horacio Geminan Pettorossi, que en 1923
se había embarcado hacia España con la troupe "Los de la Raza ",
formada por los hermanos Alfredo y Julio Plácido Navarrine.
Los
especialistas no tienen una sola opinión acerca de los talentos de los
acompañantes de Gardel. Hay quienes se inclinan hacia Ricardo; otros admiran
especialmente a Aguilar, de quien el bien sabido Eduardo Visconti dice que fue
un maravilloso armonista intuitivo que, además, utilizaba la púa con maestría
impar. Y ciertamente no han de faltar los que prefieran a Pettorossi, músico de
riquísima inspiración, algunas de cuyas composiciones se cuentan entre las más
bellas de los repertorios de los cantores nacionales. Barbieri fue, de todos
modos, quien más largo tiempo estuvo junto a Gardel, a cuyo repertorio aportó,
como autor -músico, y a veces letrista- canciones tan ajustadas al arte del
intérprete que revelan una identificación cabal entre músico, cantor y
acompañante: Viejo smoking, Pordioseros, Cruz de Palo, El que atrasó el reloj,
Prepárate p'al domingo, Anclao en París.
La
guitarra llegó al tango de la mano de Gardel. Éste procedía del canto criollo y
cuando resolvió dedicarse al tango, inventando la manera de cantarlo, utilizó
el instrumento que le era habitual. Lo mismo ocurrió con Rosita Quiroga,
oriunda también del estilo y la tonada. Y del canto campero procedían,
asimismo, el negro Ricardo, el negro Barbieri y el mismo Aguilar. La guitarra
fue una suerte de trait d'unión entre el canto criollo y la nueva especie cantable
en la que convergieron el negro, el español y luego el italiano. No porque sí
solía anunciarse Gardel y sus guitarristas. Por eso un negro de sangre criolla
y apellido italiano puede resultar un símbolo.