Carlos Di Sarli
Cayetano Di Sarli
nació en Bahía Blanca el 7 de enero de 1903 y murió en Buenos Aires, apenas 57
años más tarde, el 12 de enero de 1960. Aunque el nombre Cayetano no carecía de
tradición tanguera -Cayetano Puglisi, apenas mayor que él, era un ilustre
violinista- cambió su nombre de pila por Carlos.
La trayectoria de Di
Sarli ha sido investigada y difundida por algunos de sus seguidores (tales
Roberto Pietropaolo y Osvaldo Helman). Ellos recuerdan sus estudios en el
conservatorio Williams de Bahía Blanca, donde pudo haber sido condiscípulo de
Juan Carlos Cobián, que le llevaba siete años, y dicen que entonces ya habían
andado por aquella ciudad la orquesta de Roberto Firpo y el dúo Gardel-Razzano.
Echo mi cuarto a espadas agregando que allí mismo se ganó Rosita Quiroga,
justamente por aquellos días, sus primeros garbanzos y quizá también algún
brillantito: la niña tenía 19 años.
Los pininos tangueros
de Di Sarli tuvieron por escenario la ciudad pampeana de Santa Rosa de Toay y
luego la de su cuna. El hábitat del tango era, sin embargo, Buenos Aires y allí
marchó el adolescente, que descendió de un convoy del ferrocarril Sud en 1923,
cuando Canaro y Firpo eran sólidas instituciones, Cobián y Fresedo fascinaban a
la haute con Mí refugio y Sollozos y Julio De Caro maduraba la formación de su
sexteto. Un violinista pionero, José Pécora, que en 1914 ya había grabado con
orquesta propia, lo recomendó a Osvaldo Fresedo, en cuya orquesta se incorporó
en 1926. Otras actuaciones fueron acendrando su estilo, de raíz fresediana, y
en 1928 formó su primer conjunto, con el que grabó T.B.C. de Donato y La
guitarrita, de Arólas. Para entonces tocaba en el café "Guaraní" de
la calle Lavalle entre Esmeralda y Suipacha. De aquella etapa, que se estiró
hasta 1939, son las incorporaciones canoras de Santiago Devin, Ernesto Fama,
Fernando Díaz y Rodríguez Lesende.
La gran performance
comienza, sin embargo, el 1° de enero de 1939 cuando con su nueva orquesta
debuta en la radio El Mundo. Allí incorpora rápidamente al cantor Roberto
Rufino, que tenía 16 años. Eran aquellos los días en que D' Arienzo hacía
correr a todo el mundo y la orquesta de Di Sarli comenzó cultivando un ritmo
veloz, que comenzó a aquietarse hacia 1943. Con peripecias diversas esa
orquesta ocupó el primer plano de la actividad tanguísticas (y también de la
discográfica) hasta 1956. Por ella pasaron voces tan valiosas como las de
Alberto Podestá, Mario Pomar, Oscar Serpa y Jorge Duran, y músicos de la talla
de Szyrnsia Bajour, Elvino Vardaro y Roberto Guisado. Dirigiéndolo todo
"la formidable mano izquierda del maestro, marcando un ritmo de tango de
sencilla estructura y comunicativa emotividad" (Luis Adolfo Sierra dixit).
Julián Plaza, que se incorporó en esa orquesta en 1956, recuerda que Di Sarli
lo hacía todo, comenzando por los arreglos, y que tocaba los tangos como los
había hecho el autor, matizándolos un poquito; los ligados, el staccato y el
matiz definían su estilo, sobre la base pianística que ponía el propio
director.
Como autor, Di Sarli
dejó dos grandes clásicos, Milonguero viejo [1926) y Bahía Blanca (1958),
además de una fecunda colaboración con el excelente letrista (y ex cantor)
Héctor Marcó,
Cuando los
admiradores de Troilo colocaron en el viejo "Marabú" una placa
memorativa del debut de la orquesta de su ídolo, los de Di Sarli no tardaron en
colocar otra, también muy merecida, puesto que ese lugar había sido su gran
reducto porteño. Hicieron bien. Los dos -Troilo y Di Sarli- son figuras
emblemáticas de la Guardia del cuarenta. Jocundo y comunicativo el uno, austero
y huraño el otro; abierto Troilo a la juventud renovadora; aferrado Di Sarli a
su fresedismo incandescente, ambos a dos enriquecieron al tango e inscribieron
su nombre, con parejos perfiles, en la historia de la música popular de los
rioplatenses. Si Plutarco viviera relataría sus vidas paralelas.