José
Alberto Corriale
José Alberto
Corriale nació en Buenos Aires el 4 de setiembre de 1915 y
murió en la
misma ciudad el 7 de noviembre de 1997.
misma ciudad el 7 de noviembre de 1997.
El
investigador Osvaldo Esteban Firpo le ha dedicado una completísima monografía
de la cual es una recensión esta nota. De todos modos, recordemos que Corriale
fue un solicitadísimo percusionista y que la percusión no carece de tradición
tanguera. La batería (conjunto de instrumentos de percusión montados en un dispositivo
único que toca un solo ejecutante) apareció en los conjuntos típicos durante la
segunda década del siglo.
En
su Historia de la Orquesta Típica, Luis Sierra da una nómina de veinte
bateristas. Entre ellos figura precisamente Pepe Corriale, quien fue mucho más
que un percutor; fue un músico cabal e inclusive un teórico de su propio arte,
como lo demostró en su trabajo sobre La batería en el tango. En sus breves
páginas recuerda allí que en una grabación realizada con la orquesta de Raúl
Garello «la batería llega al borde de lo increíble: atrevimiento que no podía
ser pensado en la época del 40 o del 50, que la batería realizara la variación
de “Canaro en París».
Corriale
ejerció su arte no sólo en las orquestas de Canaro, Fresedo y De Caro, sino también
en la Sinfónica Nacional. Lo más curioso de su labor transcurrió en el cine
teatro "Ópera", del que durante 17 años fue asesor musical. En ese
carácter estuvo presente en las actuaciones del Folies de París, del Gran
Ballet del Marqués de Cuevas, de Edith Piaf, del Lido, de Támara Taumanova, de
Carmen Sevilla, de Paquita Rico, de Cab Calloway; de Paul Anka, de Sammy Davis,
de Caterina Valente, de Xavier Cugat y de una vastísima constelación de étoiles
de todas las magnitudes. Viajó luego por el ancho mundo, acompañando a Nati
Mistral, y fue parte en los grandes conjuntos de Mariano Mores, Astor
Piazzolla, Osvaldo Berlinghieri, Atilio Stampone, Leopoldo Federico y Raúl
Garello. Además, fue socio número 5 y primer presidente del Sindicato Argentino
de Músicos.
Corriale
dijo de sí mismo: «Confieso que desde los once años ejecuté la batería y que he
hecho todos los géneros (sinfónico, lírico, jazz, tropical). “Al tango lo llevo
en el alma y siempre quise que la batería tuviera otra presencia en su ritmo».
Esta convicción lo llevó a formar el quinteto Pepecó, con el que incorporó a la
interpretación del tango timbres hasta entonces inéditos, incluidos algunos
que, logrados con platillos, crearon nuevos colores y novedosas variantes
rítmicas.
Corriale
fue, fundamentalmente, un innovador, algo que ciertamente no delataba su look;
pero sí su conversación y el brillo de sus ojos cuando hablaba de sus hazañas
de percusionista. Mariano Mores y su inolvidable arreglador Martín Darré
apoyaron todas sus iniciativas y Astor Piazzolla le permitió utilizar bongos,
tomtones, bells y el güiro. «La rítmica que incorporé con los tomtones en los
rellenos -anotó- hoy es usada por casi todos los arregladores y cuando no
cuentan con batería, tratan de imitar los mismos golpeando la caja del
contrabajo o la del bandoneón.»
De
pronto, pareció que la incorporación del contrabajo al diseño de la típica
-Francisco Canaro se atribuyó esa trouvaille - desalojaría para siempre al
redoblante, al bombo y al platillo. Sin embargo, el pasado siempre vuelve a
encontrarse con nuestras vidas y no es saludable tenerle miedo, como no lo es,
tampoco, temer al futuro. La continuidad del tango no se da en línea recta.
Tiene sus meandros, tiene sus vueltas y revueltas. Pepe Corriale dio testimonio
de esa continuidad, de ese pasado que se enriquece haciéndose futuro e
ignorando algunos desdenes del presente que el fluir de la vida deja parados en
la vereda, haciendo el ridículo.