Juan
Carlos Bazán
El
26 de enero de 1932 el empresario Pascual Carcavallo presenta en el teatro
Nacional, reunidos en una misma velada, a la orquesta de la Guardia Vieja,
dirigida por el clarinetista Juan Carlos Bazán, y al tango moderno,
representado por la orquesta de Roberto Firpo. El moderno era tres años mayor
que el guadiaviejista. Bazán había nacido en el barrio porteño de la Concepción
el 26 de junio de 1887. Su deceso se produjo sólo 49 años más tarde, el 9 de
mayo de 1936. Lo de "guardia vieja" y "moderno'' no era cosa del
almanaque, sino de los instrumentos utilizados por Bazán para integrar su
conjunto: piano, dos guitarras, cinco violines, un clarinete, una flauta y
minga de bandoneón. También estuvo ausente el bandoneón de las primeras
presentaciones de Bazán. Éste se inició, en efecto, con Ernesto Ponzio, el Pibe
Ernesto, violín pionero del tango, y con un tal Tortorelli, que tocaba el arpa
india, la que pronto dejó luego lugar a la guitarra del cieguito Eusebio
Aspiazú y a la flauta de Félix Riglos. Su primer encuentro con Firpo ocurrió en
lo de "Hansen": el piano del ya autor de Alma de bohemio, los violines
de Francisco Postiglioni y Alcides Palavecino. Luego, pasó a la orquesta de un
bandoneonista, Arturo Bernstein, el alemán, donde un Carlos Marcucci aún bisoño
tocaba el segundo violín. Bazán había comenzado como tipógrafo en el diario La
Prensa, -se dice que Villoldo lo fue de La Nación- y requirió al clarinete que
le proveyera el pan cotidiano sólo cuando ya la linotipo había desplazado a la
tipografía.
Con
los recuerdos frescos, Bazán narró a Héctor Bates su actuación con Firpo en el
"Velódromo", donde inventó la famosa Chiflada, soplada a la puerta de
aquel local para seducir a los noctámbulos que marchaban hacia el
"Hansen". También supo actuar en el teatro "Nacional",
formando parte de la representación de un sainete escrito por Carlos Mauricio
Pacheco, llamado Cabaret. No era, ciertamente, una orquesta de la guardia
vieja, puesto que tenía bandoneón, instrumento con el que se había
familiarizado tocando en la orquesta de Bernstein. Luego, tocó en Barracas,
junto al bandoneón de Luis Petrucelli, en un conjunto de Samuel Castriota, y
enseguida con Arólas, en un cuarteto trashumante completado por Tito
Rocatagliata y Juan Carlos Cobián.
La
vida musical de Bazán no fue distinta a la de tantos otros músicos que a veces
tuvieron orquesta propia y a veces militaron en ajenas, que viajaron por el
país y por los países próximos en busca de orejas complacientes y tabas con
ganas de ser meneadas. Con quien más tocó fue con Firpo, pero también en la
orquesta Víctor se lo identifica. El clarinete es uno de los no escasos
instrumentos que no son ya convencionales en el tango. Su inventor fue un
fabricante de Leipzig, Cristóbal Denner (1655-1707), e hizo rápido camino: en
1778 lo incluyó Haydn en su primera misa, y en 1799 Beethoven, en su primera
sinfonía. El tango ha de haber tomado el clarinete de las filarmónicas, que
nunca faltaron; no ha de haber tenido muchos clarinetistas, pues si bien se
menciona a Carmelo Águila, integrante de la orquesta de Lomuto quien le grabó
la rumba Chapita, el foxtrot Lita y el pasodoble Mujer hechicera, el realmente
famoso fue Bazán. José Sebastián Tallón recuerda en su libro El tango en su
etapa de música prohibida que «los tanguistas que pasaban por La Boca eran en
su mayoría italianos meridionales. La guitarra y la armónica -para sorpresa y
desconcierto de los tangueros actuales (siento revelar estas cosas)- las
reemplazaban por el clarinete».
Bazán
no sólo compuso La chiflada. Loríente asegura que escribió más de treinta
composiciones, casi todas tangos, pero, entre ellas, algunos parafangos: un chotis,
un shímmy; un fox trot. ¡Cuándo no! Gardel le grabó Nena (letra que en 1926
rimó para una música de Ciriaco Ortiz) y El Brujo, con versos de Enrique
Carrasquilla Mallarino (1926).