jueves, 15 de enero de 2015

 





ÁNGEL GREGORIO VILLOLDO

"Fray Pimiento"

Seudónimo de tinte anarquista usado por Ángel Gregorio Villoldo.

Nació en Buenos Aires el 16 de febrero de 1861 (según Orlando Del Greco) y murió en la misma ciudad el 14 de octubre de 1919. Paralelamente al tango que se bailaba en las academias y lupanares y al que se escuchaba en los cafés, creó un tango para ser cantado, sobre fórmulas literarias tomadas en préstamo del cuplé. Además, fue muchas otras cosas; entre ellas, poeta de óptimo oído para la música del verso y autor de diálogos de compadritos que se inscriben en lo mejor del costumbrismo porteño. Se dice que desempeñó oficios varios -el de cuarteador y el de tipógrafo, entre otros-, pero principalmente fue hombre del varieté. Cantaba con buena voz, pulsaba la guitarra, soplaba la armónica, recitaba y canturreaba monólogos, no pocos de ellos sicalípticos (es decir, cargados de picardía erótica), y cultivaba su envidiable oído musical. Alternó, de igual a igual, con todas las estrellas del varieté, incluidas las que emigraron al teatro mayor, como doña Lola Membrives, que, lo mismo que Gardel-Razzano -por entonces los autores más representativos del canto criollo-, le grabó Cantar eterno.

Las andanzas urbanas de Villoldo no podrían seguirse sin un buen conocimiento de la ciudad. Sus grandes bigotes tipo manubrio eran igualmente populares en La Boca y Barracas al Norte como en Palermo y la Recoleta. Hombre jovial y extravertido, cosechó amigos sin esfuerzo alguno. No sabemos si fue amigo de Gardel, pero de que al menos la fama del dúo Gardel-Razzano llegó hasta él y no lo puso celoso, hay pruebas. La primera versión discográfica de Gardel-Razzano fue una pieza de Villoldo (la mencionada más arriba). No se sabe, en cambio, que Gardel haya cantado ninguno de los cuplé malevos o lupanarios que también se llamaban tango (y no los habría rehuido por lo que tuvieran de cuplé, puesto que grabó Loca, que es un cuplé por donde se lo mire). En general a Gardel se lo consideraba artísticamente más emparentado con los payadores que con Villoldo. Algo significa que el espectáculo con que reapareció El Mago cuando ya era astro del cine hispano se llamara De Gabino a Gardel.

En 1907, como es sabido, el sello Gath y Chávez -una de cuyas estrellas era la Membrives- envió a Villoldo y al matrimonio Flora Rodríguez/Alfredo Gobbi a grabar a París. Lo hicieron y Gobbi continuó luego su trashumancia por España, donde grabó discos casi a destajo.

En París escribió Villoldo -que ya tenía una obra muy vasta-el tango Elegancias, dedicado al magazine Mundial, que dirigía Rubén Darío. Por entonces según afirmó Héctor Bates, era Villoldo quien monopolizaba de hecho el repertorio tanguero. La nómina de sus composiciones es harto extensa. Incluye por cierto Cuidado con los cincuenta (1906), pero también se trata de un cuplé. Aparte de El choclo, que compite con La Cumparsita en eso de ser tenido por paradigmático, dejó los amilongados El porteñito y El torito; Una fija que es una página muy bella, y títulos y músicas en montón. León Benarós, el gran poeta y humanista, solía jactarse: Tengo todo lo de Villoldo. Lo que no decía es cuántos armarios necesita para conservarlo.

A Villoldo se lo llamó el papá del tango porque así lo publicitaba la grabadora que lo tenía contratado. Aunque el eslogan pudiera ser desmedido, sin duda Ángel Gregorio Villoldo fue la figura más relevante del tango durante la primera década del siglo. Quizá no fuera impropio decir que había entonces un tango para el jet set de la época (Laura, La Vasca); otro para que el malevaje hiciera su catarsis en El Estribo, La Paloma u otros cafés, y un tercero, para el pueblo sin discriminación alguna, en el varieté. Allí implantó Villoldo el tango; allí fue lo que habría de ser Gardel en Barcelona y en París. Lástima que sus composiciones no se toquen ya: D' Arienzo sólo grabó seis de ellas (algo así como el seis por ciento de sus grabaciones); Troilo, sólo una, y Pugliese, ninguna.