viernes, 16 de mayo de 2014

Malena - Biografía - 16 de mayo de 2014


                                                   Malena
Malena, «la del tango», nació en Buenos Aires el 30 de abril de 1913 y murió en Montevideo el 22 de enero de 1960. Se apellidaba Tortolero y sus padres eran españoles.
En mi libro Conversando tangos (1976) intenté exponer el proceso de idealización o mitificación de Elena Tortolero, valiéndome de un relato, obviamente fragmentario, con el que Lucio Demare me había honrado cierta noche, cuando tocaba en "Cambalache" el piano de Discépolo. Otro músico, también pianista, Mario Valdéz, fundado en probanzas aportadas por el cantante Roberto Palmer, pone los puntos sobre las íes de mi escrito, rectifica lo rectificable y amplía lo que merece ser ampliado. Queda en pie lo que me dijo Demare acerca de la música, pero, entre las ruinas de la fábula, sucumbe la adorable Nelly Omar, de cuya voz imaginé que había sido sobrepuesta por el recuerdo pertinaz a los datos de la realidad contingente. Bien se sabe que Azucena Maizani cantó prontamente Malena y con celeridad notable lo llevó al disco (el 13 de marzo de 1942). Díjose entonces que había sido Azucena -cuya voz no era sombría, sino de plata pulida- la inspiradora de los versos de Manzi-. Yo me dije que era más coherente atribuir la inspiración a Nelly Ornar, cuya voz, sí, perfumaba a yuyo de suburbio, y enriquecí la realidad sin mayor agravio de la verdad histórica que, aparte de que no es toda la verdad, ningún mejor destino podría tener que el de convertirse en leyenda.
Ahora me informan Valdéz y Palmer que Manzi escuchó a Malena de Toledo cantar en un lugar nocturno de Porto Alegre. Fue durante una escala del barco que lo llevaba a Estados Unidos. Le impresionó su voz y, a bordo, compuso los versos y se los mandó a Demare. A su regreso, poco tardó en conocer la música creada casi de un tirón por el autor de Dandy. Juan Carlos Miranda, que estrenó Malena en el "Novelty", decíame ratificando la información de Palmer/Valdéz, que la noche del estreno Manzi llevó a Demare a escuchar a Malena que estaba cantando en algún lugar de La Boca. Todavía no era la esposa de Genaro Salinas, el tenor mejicano a quien había conocido en Cuba. Cuando se casó con él dejó de ser a la vez Elena Tortolero y Malena de Toledo, para ser Elena de Salinas. Éste murió en Caracas en 1957. Palmer, que la trató largamente, pone especial cuidado en precisar que Malena realmente tenía voz de sombra -o de pucho, pues fumaba incesantemente-. Sus ojos, sin embargo, no eran oscuros como el olvido, sino claros como la buena memoria. Tampoco bebió jamás. Mal haría quien interpretara los versos de Manzi como un retrato hiperrealista de Malena de Toledo. Con algún recuerdo, con alguna vivencia enmendó el poeta las falsificaciones perpetradas por la realidad.
De aquella Malena que Manzi escuchó cantar en Porto Alegre quedan discos y evocaciones. Oscar del Priore, que atesora su voz en algún 78, dice que su canto le suena a Tania; Osvaldo Pugliese, que la llevó en alguna gira, no se impresionó tanto como Manzi y la memoraba de mediocre para abajo. Sus manos tampoco semejaban palomas apichonadas por el frío porque estaban siempre en movimiento. De todos modos, Malena dejó de cantar al casarse con Salinas -de cuyos dos hijos, Genarito y Concepción, fue madre postiza pero archicariñosa-. Se quedó, sin embargo, en el tango y en la canción como autora de bellas letras, musicadas algunas por Osvaldo Avena (Ya no vendrás, Nadie) y otras por Palmer (Cuando dijiste adiós, Cuando las nubes pasan).

Fue la de Elena Tortolero de Salinas una vida embellecida no sólo por el canto, sino por el amor a su marido y a los hijos de éste. Todos somos nosotros mismos y nuestra propia circunstancia. Ortega y Gasset lo dijo. Dos circunstancias decisivas hubo en la vida de aquella muchacha treinteañera que Manzi escuchó cantar una noche de 1941 en un boliche de Porto Alegre: una fue el mismo Manzi que la sacó de la historia y la convirtió en leyenda; otra, Salinas, que la arrebató a la leyenda y la reinstaló en la historia. ¿Qué habría sido Elena Tortolero sin Manzi? ¿Qué habría sido sin Salinas?