jueves, 15 de mayo de 2014

Luis Adolfo Sierra - Biografía - 15 de mayo de 2014


                                                 Luis Adolfo Sierra
Luis   Adolfo   Sierra   Makintosh nació en París el 23 de enero de   1916 y murió  en  Buenos Aires el 7 de diciembre de  1997. Fue   el   mayor   crítico   del   tango, entendiendo   aquí   por   crítica   el estudio analítico y sistemático.
Quien en 1913 se firmó "Viejo Tanguero" no fue sólo el primer historiador del tango, sino también su primer crítico. Como prehistoriador lo acredita su trabajo sobre El tango, su evolución y su historia, publicado en el diario Crítica en 1913, que hace unos años reedité facsimilarmente para la Academia Porteña del Lunfardo. Sus crónicas del concurso del "Palace Theatre", desarrollado en setiembre de aquel año, eran más que crónicas, eran verdaderas críticas que contraponían dos visiones distintas del tango: la primitiva, que era la suya, y la de Antonio María De Marchi, acuñada en París. Salvo un par de notas sueltas de Juan Carlos Lamadrid, fue necesario aguardar la aparición de Luis Adolfo Sierra en escena, opinando y enseñando, para que surgiera una nueva disciplina intelectual, que lo es, llamada no impropiamente tangología, en la que hay sitio para mucha gente: para músicos y poetas, para coleccionistas y críticos, para historiadores y difusores. Sierra unía a sus vivencias tangueras, conservadas desde la niñez, un bagaje cultural muy vasto que le permitía soslayar la improvisación y el ditirambo. Desde sus exposiciones radiofónicas, desde sus escritos periodísticos, dictó cátedra de tango en una y otra banda del Plata.
De niño vivió en los altos de las oficinas de Max Glücksmann, lo que le permitió tratar, por los años treinta a Gardel, a Corsini, a Maglio, a Cobián, a De Caro. Concluyó su carrera de derecho, pero sólo ejerció la abogacía para defender a músicos y letristas. Estudió bandoneón con Pedro Maffia y después de algún intento de actuación pública junto al inolvidable Enrique (Mono) Villegas, abandonó el instrumento y se dedicó a indagar el tango como fenómeno cultural. Aportó lo suyo a la creación tanguística y lo hizo en dos ocasiones memorables: en 1955 colaboró con él Piazzolla recién regresado de París, en la formación del Octeto Buenos Aires y, cuatro años más tarde, contribuyó a la formación de Los Ases del Tango, organizados por Argentino Galván, que representaban un regreso al tango tradicional.
En Montevideo colaboró activamente en el Club de la Guardia Nueva, fundado por Horacio Ferrer. Ha recordado Boris Puga, el gran estudioso uruguayo, que se aguardaban con expectativa sus visitas al club, donde brindaba charlas de gran valor, y en cada viaje que los estudiosos orientales hacían a Buenos Aires, «él era el infatigable anfitrión que nos presentaba figuras del tango: Pedro Maffia, Pedro Laurenz, Enrique M. Francini, Elvino Vardaro, Eugenio Nóbile, Ciriaco Ortiz, Julio Ahumada, Argentino Galván, Lucio Demare».
Aparte de su Historia de la Orquesta Típica (dos ediciones) y de su estudio sobre El tango romanza, Sierra dejó dispersa una numerosa obra escrita. Sólo para la Academia Porteña del Lunfardo -de la que fue miembro hasta su muerte- compuso 59 trabajos, sabios y de grata lectura, que darían un valiosísimo volumen.

En los últimos años, Luisito Sierra confrontó una situación personal muy amarga. En esas horas no le faltó la solicitud afectuosa de sus amigos de la Academia Porteña del Lunfardo y de la Academia Nacional del Tango.