ALFREDO BEVILACQUA
Alfredo
Alberto Bevilacqua nació en Buenos Aires el 20 de febrero de 1874 y murió en la
misma ciudad el 1 de julio de 1942. Fue el primer tratadista del tango, el
primero que lo definió y lo describió con lenguaje técnico musical.
El
1° de agosto de 1934 Bevilacqua narró su vida a Luis Héctor Bates, frente al
micrófono de radio Stentor. Tenía entonces sesenta años y recordó que a los
catorce se había conchabado en un corralón de maderas y luego en una casa
mayorista, pero sin dejar de concurrir a la escuela y sumando a sus estudios
los de piano. También aprendió y ejerció la profesión de afinador. A los 19
años compuso unos tanguitos que entregó al maestro Ricco y éste los hizo
conocer en los bailes carnavalescos del teatro "Victoria". En 1895 ya
estaba animando las tenidas de "El Pasatiempo". En 1902, Ortelli
Hnos. le publicaron su tango Venus.
El
tratado de Bevilacqua carece de fecha y lugar de impresión, pero no puede ser
anterior a 1914, año en que dedicó al gran jockey Mingo Torterolo su tango Gran
Muñeca. La nómina de los tangos de Bevilacqua que aparece en dicha publicación
es la siguiente: Venus, Apolo, Recuerdos de la pampa, Cabo cuarto, Minguito,
Minguito II (a cuatro manos), El fogón, El orillero, La criolla (con letra),
Improvisación, El Popular, Independencia, Emancipación, Marconi, Gran muñeca,
Primera Junta, Monterrey, Expresión criolla, Reconquista. Luego, naturalmente,
continuó componiendo; Bates cita Brisas del sur, de 1933. Sería imperdonable
omitir que Independencia fue escrito para el Centenario, en cuyos festejos lo
ejecutó la banda del autor sobre la avenida de Mayo, y que Emancipación fue
compuesto para el centenario chileno y fechado el 18 de setiembre de 1910.
La
obra técnica de Bevilacqua mereció de Bates apenas una cita fugaz. A otros
investigadores no les ha merecido ni eso. En su interesante Evocación del
tango, Juan Silbido (Emilio Vattuone) lo describe, en cambio, con minuciosidad
de bibliógrafo. El músico Mario Valdéz ha tenido la amabilidad de analizarla, a
mi pedido y para esta colección. El volumen de Bevilacqua se titula Escuela de
Tango -Tratado teórico práctico en español, francés e italiano, y está dedicado
al Jockey Club, progresista institución, el más alto exponente de la
sociabilidad argentina. Valdéz señala que el método apareció cuando el tango se
había impuesto en el extranjero como tango argentino, y así aparecía designado
por las editoriales extranjeras que promovían a sus compositores. Para
Bevilacqua, la esencia del tango estriba en el ritmo, en Vanamente. Considera
que para ser un buen tanguista es necesario ser un buen tiempista, dominar el
tiempo. El del tango deber ser algo menos movido que el del Schottish,
equivalente a 72 negras por minuto en la medición metronómica. Propone dividir
e 12/4 (dos cuartos de redonda, vulgarmente 2x4) en cuatro tiempos o
pulsaciones y abunda en indicaciones de las que se desprende que un tango no
debe ser ejecutado académicamente, sino tanguísticamente.
En
la segunda parte -dice Valdéz-, Bevilacqua presenta estudios progresivos,
algunos totalmente digitados (anticipándose a Fulvio Salamanca, quien, como es
sabido, digitaba las octavas en sus famosas versiones con D' Arienzo) para la
figuración del acompañamiento, que debe obedecer al ritmo de la parte cantable.
Como
se ve, Bevilacqua militaba en lo que podríamos llamar el purismo tanguero.
¿Cómo confinar, en sus rígidos conceptos, se pregunta uno, estilos tan diversos
como el de Salgan y el de Demare, el de Francisco De Caro y el de Pugliese?
Nada debe juzgarse fuera de su contexto histórico. El tratado de Bevilacqua no
estaba destinado a cortar las alas de nadie, ni siquiera las de Colángelo y
Berlingieri. Sostenía que el tango se caracteriza por la originalidad de sus
figuraciones y se proponía ofrecer a los tanguistas foráneos y a los
vanguardistas argentinos (en 1914 los solos de piano de Firpo, alumno de
Bevilacqua, ya eran vanguardistas) un punto de partida para las elaboraciones
de su genialidad; de ningún modo, un punto de llegada.