viernes, 10 de enero de 2014

Agustin Irusta - Biografía - 10 de enero de 2014




               AGUSTÍN IRUSTA

Agustín Irusta nació en Rosario el   28   de   agosto   de   1902   y murió en Caracas (Venezuela) el 25 de abril de 1987. La postrera alegría de su vida le fue dada por la aparición de un pequeño libro de memorias.
El diario El Nacional, de la capital venezolana, dijo en la nota necrológica: Actor, trovador, bohemio y sobre todo cantante; hasta hace cuatro meses todavía daba giras por el interior y se presentaba en la peña tanguera de esta capital, con 85 años y una gran vitalidad que sólo el cáncer pudo acabar. Vasco duro, si los ha habido, conservó hasta la vejez cierto aire muchachil que constituía uno de los rasgos más atrayentes de su persona.
Cantó desde la adolescencia. Francisco Canaro lo fue a buscar a Rosario para que cantara con su orquesta los tangos premiados en los concursos de Max Glücksmann. Había tenido ocasión de escucharlo en Buenos Aires, donde Irusta formaba dúo con Roberto Fugazot, con Humberto Correa (el autor de Mi vieja viola), con Luis Scalon, que se radicaría en París. Y a París fue Irusta, invitado por Canaro; allí integró, por sugestión (¿o decisión?) de Pirincho, el trío Irusta-Fugazot-Demare, que arrasó las taquillas (y los corazones femeninos) en Madrid y Barcelona.
Su actividad, sin tregua, se derrama desde entonces por una ancha fracción del mundo, primero en el trío y luego como solista. El trío dejó muchos 78 rpm y dos películas que, aunque rodadas en España, forman parte de la filmografía criolla: Boliche (1935) y Aves sin rumbo (1935). El solista cantó en la radio, en el teatro, doquiera se lo convocara. Llevó su canto y su apostura de galán a un crecido número de filmes. En Puerta cerrada (1936) fue galán de la entonces diva número uno, Libertad Lamarque, y en Tres hombres del río (1943) se desempeñó a las órdenes de Mario Soffici junto a Luis Aldas, José Olarra y Juan José Míguez. También filmó en España La guitarra de Gardel y en México, La hija del payaso, Bajo el puente, Mujer y La otra, ésta con Dolores del Río. Primordialmente fue un cantor, pero se manifestó también autor de las letras que escribió con Fugazot para dos bellísimos tangos de Lucio Demare: Dandy y Mañanitas de Montmartre, además del famosísimo vals El trovero (música de Rafael Tuegols) y el encantador Yaraví, que comienza soñando fue que te vi, encogidita en mis brazos. (Lo atesoro en la voz agreste de Néstor Feria).
Luis Adolfo Sierra -que lo recordó con emoción en una sesión de la Academia Porteña del Lunfardo, el 2 de mayo de 1987- lo juzgaba uno de los intérpretes más importantes de todas las épocas del tango. Fino, simpático, culto, caballeresco, inteligente, ingenioso humorista porteño para la sonrisa intencionada y no para la carcajada ruidosa; delicado cantante intimista de inconfundible fraseo, voz pequeña de impecable musicalidad, afinación perfecta, de apagada y colorida sonoridad. Artista cabal e intérprete exquisito, entendía que el tango debe decirse y no gritarse.

Durante los últimos treinta años de su vida estuvo, por razones familiares, radicado en Venezuela, desde donde partía en sus giras por Colombia, Ecuador, Puerto Rico, México, Panamá y los Estados Unidos. También viajaba con frecuencia a Buenos Aires, un turista en su propio país. Lo recuerdo en el sepelio de los restos de Francisco Alfredo Marino, el 21 de marzo de 1973. No era distinto al que había sido compañero de Aída Luz en El patio de la morocha, veinte años antes, cantando: ¡A ver, mujer! Repite tu canción / con esa voz gangosa de metal, / que tiene olor a ron / tu bata de percal / y tiene gusto a miel tu corazón.