Continuamos con la historia de esta gran Orquesta, la de Pontier, hoy con la incorporación de tres notables cantores, como siempre los supo elegir.
Néstor Real
(26 de febrero de 1934 – 30 de julio de 2000) - Nombre de familia:
Néstor Alberto Coscarelli
Se lo conoció en un concurso realizado en el Tango bar de Flores, donde
empató el primer puesto con Ricardo Medina, quien más tarde fue cantor de Pugliese.
Como profesional se inició en la orquesta de Juan Caló y tiempo más
tarde pasa a integrar el conjunto Cinco Maestros del Tango, integrado por Pedro
Maffia, Armando Baliotti, José Luis Padula, Salvador Greco y Roberto Dimas. Fue
también vocalista de Jorge Caldara, Armando Pontier – reemplazando a Alberto
Podestá – con el maestro director realizó una gira por Japón, compartiendo la
parte vocal con Héctor Darío. Fue con esta orquesta con la que llegó al disco.
Actuó también por radio y televisión, haciéndolo por el programa Grandes
Valores del Tango, que iba por canal 9. También actuó por varios escenarios
nocturnos.
Alberto Marino
AIberto Marino (por
verdadero nombre Vicente Marinaro), nació en Palermo, capital de Sicilia
(Italia), el 26 de abril de 1923 y murió en Buenos Aires el 21 de junio de
1989. Era italiano meridional, como Roberto Maida; en su tierra uno y otro
habrían sido exitosos cantantes.
Marino tenía seis
años cuando su familia desembarcó en Buenos Aires y enseguida subió al tren,
rumbo a Salta. En aquella ciudad pasó su infancia a la sombra de Güemes y al
amparo del Cristo del Milagro. A los once estuvo de vuelta en la gran capital
del Sur y después de completar sus estudios primarios se empleó en una
marmolería. Como otrora a José Muñiz, alguien lo escuchó cantar entre los
mármoles, que a ninguno de los dos contagiaron su frialdad. Se inició como
aficionado mientras estudiaba con Eduardo Bonessi, quien había sido maestro del
dúo Gardel-Razzano. A poco adoptó el seudónimo Alberto Demari en la orquesta de
Emilio Balcarce y en algunas otras, hasta que en 1940, al anclar nuevamente en
la de Balcarce, que dirigía a la sazón Emilio Orlando, cambió su seudónimo por
otro igualmente marítimo: Alberto Marino. Así lo anunciaron en el palco del "Palermo
Palace" la noche en que Troilo lo escuchó cantar y, sin pensarlo mucho, le
mandó un emisario con la comisión de contratarlo: fue en marzo de 1943, un año
antes de que Florentino se despegara de la orquesta de Pichuco, de modo que los
dos tenores convivieron durante doce meses en ese conjunto. Su ingreso en la
orquesta de Troilo se produjo cuando sólo contaba veinte años. Cuando decidió
formar orquesta propia contaba 24. Las oportunidades de aprender habían sido
muchas y estaban bien aprovechadas. Había hecho Canción desesperada, Fuimos,
Sin palabras. Luego cantó y grabó con la nueva orquesta de Balcarce, que venía
de ser el director de la orquesta de Castillo. Pero sus capolavoros son
posteriores: Sueno querido (1941), con orquesta dirigida por Héctor María
Artola, Carillón de la Merced, y el hit de los hits, La rodada, una canción de
Eduardo Escáriz Méndez y el musicalísimo Eduardo Bonessi, que grabó dos veces
con guitarra (noviembre de 1949 y setiembre de 1957), más alguna yapa perdida
entre sus más de doscientos aportes a la fonografía. Tal vez él prefiriera el
samba Venganza, de Lupecino Rodríguez, que en 1952 trajo de una gira carioca y
grabó en junio de aquel mismo año, más o menos convertido en tango. Y lo que él
prefería al público no le disgustaba.
Marino -que ha pasado
a la crónica tanguera como La Voz de Oro del Tango- estuvo discográficamente
activo hasta 1979 y continuó cantando prácticamente hasta su muerte (lo había
hecho en Estados Unidos y Japón y en 1988 se fue a Australia). Fue la suya una
vida entera dedicada al tango, vida relativamente breve pero, en términos
profesionales, envidiablemente extensa, porque a los sesenta años largos aún
era un cantor, y no un diseur.
Se dice que cuando
Marino escuchó su primer disco -supongo que de prueba- no le gustó, porque le
parecía que imitaba a Gardel. No era un pecado imitarlo, ciertamente: si Gardel
era el paradigma, ¿a quién, sino a él, debía imitar? Elaboró, sin embargo, un
estilo propio y fue uno de los grandes cantores del tango de todos los tiempos.
Admitiendo que, después de Gardel, fueron inimpugnables Corsini, Magaldi,
Charlo, Gómez y del Carril, entre los seis cantantes de la docena está, sin
duda, Marino, junto a Rivero, Castillo... y de ahí en más entran a tallar los
gustos. El mío coloca, pegaditos, a Roberto Maida, Berón y Campos. Un cantor de
tangos se hace con voz, con musicalidad y con comunicatividad. No todos los
nombrados merecen diez puntos en cada una de esas asignaturas. Creo que, salvo
Gardel, ninguno. Ocurre, empero, que los puntos acumulados por un cantor en un
solo rubro (Marino, digamos en voz; Rufino, en musicalidad; Castillo, en
comunicatividad) supera los que otros reúnen en los tres.
Fuente: Mujeres y
Hombres que Hicieron al Tango por José Gobello.
Roberto Goyeneche
El Polaco Goyeneche
nació el 29 de enero de 1926. Cuando murió, el 27 de agosto de 1994, ya no era
el Goyeneche que había cantado con Salgan (siendo todavía colectivero) y con
Troilo. Cantaba menos y actuaba más (del inglés to act, interpretar un papel).
Ya le faltaba muy poco para metamorfosearse en mito. «La juventud está muy
metida con él», se asombraba Mariano Mores.
Su vida tiene algo
del misterio gardeliano. Lo digo porque, al morir, sus biógrafos y apologistas
lo daban por sobrino de Roberto Emilio Goyeneche, el autor de “De mi barrio y
de Pompas”, en tanto otros biógrafos sostienen que era hijo del pianista que en
1922 había participado de las representaciones ofrecidas en España por la
compañía Muiño - Alippi junto a Vicente Climent
y Celia Louzán, cuyo éxito abrió el camino de Madrid a Francisco
Spaventa y a Carlos Gardel. En lo que
todos están de acuerdo es en la porteñidad del polaco: nadie ha dicho aún que
hubiera nacido en Tacuarembó.
Tuvo una adolescencia
dura y laboriosa, sentado a los volantes de vehículos de distinta tara. Luego
ganó un concurso organizado por aquellos Inolvidables promotores y estudiosos
que fueron Roberto Cassinelli y Raúl Outeda, y saltó de allí a la orquesta
formada por el violinista Raúl Kaplún cuando éste, en 1946, se alejó de Lucio
Demare. En 1953, buscando un cantor para su orquesta, Salgan escuchó a
Goyeneche y quedó fascinado. «Par su manera de decir puede llegar directamente
al corazón de la gente y emocionaría», explicaba. Con el autor de “A fuego
lento “registró el Polaco sus primeras grabaciones comerciales (recordaba haber
grabado con Kaplún un disco que no salió a la venta): Alma de loca, Yo soy el
mismo, Siga el corso, Un momento y, entre otras, dos en dúo con Ángel Díaz, el
Paya.
De la orquesta de
Salgan pasó a la de Aníbal Trono, junto a Ángel Cárdenas. Con Pichuco habían
cantado ya Florentino, Marino, Floreal Ruiz, Edmundo Rivero, Jorge Casal, Raúl
Berón, Carlos Olmedo, Pablo Lozano. Su primera grabación con Pichuco fue la de”
Bandoneón arrabalero” (en la otra cara del disco, impreso el 7 de setiembre de
1956, Cárdenas canta Chuzas, una milonga del poeta Enrique Uzal con música de
Rene Ruiz), A los tres años, Troilo lo despidió: "Usted está llamado a
tener popularidad y dinero -le dijo-, y no le voy a poder pagar». ¿Fue un
visionario Troilo? Ni fantaseaba ni profetizaba: el destino de Goyeneche estaba
a la vista. De todos modos, ser cantor no era tan tranquilo como ser
chansonníer. Éste cantaba con un sueldo seguro. Al cantor -al solista, como
suele decírsele esperaba un contrato aquí, otro más allá, y un camino largo que
baja (muchas veces sube, menos mal) y se pierde.
El primero que le dio
trabajo fue Antonio Maida, cantor él mismo, hermano de Roberto, pero menos
bohemio que éste, o, en todo caso, más ordenado. Fue en Radio del Pueblo, una
emisora de bajísimo perfil, perteneciente, como todas, al Estado, a cuyo frente
lo habían colocado las veleidades de la política -que también es grela, como la
suerte-. Entre aquel debut y su muerte pasaron 34 años, tres décadas y media en
las que el polaco tuvo ocasión de hacer muchas cosas, y las hizo: radio,
televisión, teatros, clubes nocturnos, cine, giras, París, Tokio.
No le faltaron
honores y fue el presidente de: la República quien le entregó en 1990 el
diploma de Ciudadano Ilustre de Buenos Aires. Nadie lo merecía tanto como él.
Sólo Gardel podía superarlo en acreditaciones, pero cuando Gardel murió, aún la
política no había inventado ese galardón. Ni siquiera existían las medallas al
mérito artístico, creadas en 1954 por ley de la Nación (que tuve la honra de
informar en la Cámara como diputado): se dieron ese año y nunca más. Pero nada
de lo que hizo Goyeneche fue tan importante corno su propia personalidad. Y
ninguna recompensa lo fue tanto como el cariño perdónalo todo que el pueblo -es
decir, la mayor parte de la población- profesa a algunos semejantes a yeites
procuraban también privilegiar las palabras con relación a la música.
Exageraba, es claro, ¡pero cuántas otras cosas en su vida fueron exageraciones!
De algunas de aquellas exageraciones fue consecuencia la arena de su garganta
(Cacho Castaña dixit); no de los años... ¿Y si aquellas patadas estuvieran
reproduciendo el gesto de impotencia de Arolas cuando rompía los bandoneones?
Alguna vez Goyeneche
se quejó por no haber recibido el disco de oro. Creo que Gardel tampoco lo
recibió. Pero con disco o sin disco fue el referente consabido del tango
canción durante una larga época; famoso y popular a la vez, cantó en París en
un espectáculo que llenaba teatros, en el que lo aplaudieron con frenesí (y no
fue, ciertamente, por cariño, puesto que no lo conocían). Aunque lo dijera con
otras palabras, la buena gente pensaba lo mismo que a su muerte escribió Jorge
Góttling: «Seria una simplicidad imperdonable afirmar que Goyeneche fue sólo un
buen cantor. Inauguró todo un cosmos tanguistico al fabricar climas, con voz y
gestos, en cada uno de los tangos, corno si se tratara de un decorado añadido y
preciso».
Me quedan de él
imágenes sueltas: gestos de admiración y de fastidio, ironías y silencios, sus
sonrisas y sus risas, que no parecían de la misma persona. Rehusó armar esas
piezas inconexas como si fueran las de un rompecabezas. Me quedo con la de
aquella tarde, en la Botica del Tango de Bergara Leumann. Luis Alposta y yo solíamos
acompañar a Rosita Quiroga a esos programas televisivos. Aquella tarde cantó
Goyeneche “De mi barrio”, corno homenaje
a Rosita: luego Afiches. Yo estaba de píe, junto a Carlos García. Mientras
cantaba De mi barrio, cada uno siguió atendiendo su juego. Después silabeó
«Cruel en el cartel», y el estudio quedó paralizado, suspendido de su canto,
como encerrado en una burbuja. La modista dejó de coser, el sonidista se olvidó
de los micrófonos; el iluminador, de los spots; nosotros, de respirar. «Y apareces
tú, vendiendo el último jirón de juventud...*». Carlos García me tocó
suavemente el brazo y me susurró: «Ahora ve lo que es un artista*.
Fuente: Mujeres y
Hombres que Hicieron al Tango por José Gobello
Title: 117 Inspiracion - Peregrino Paulos y Luis Rubistein - ...1967
Artist: Armando Pontier
Album: Armando Pontier Vol 6 su obra -Año 1967-
Comment: Publicado por: Tango, Radio y más Historias
Title: 118 La Pared - Armando
Pontier y Catulo Castillo -Néstor Real -...1967-
Title: 119 Por ese sueño de amor - Miguel Nijenshon y Rosa Sara
Wainerman -...1967-
Title: 120 Una noche como esta - Armando Pontier y Federico Silva -
Nestor Real -...1967-
Title: 121 Distrito 14 - Armando Pontier - ...1967-
Title: 122 La fortinera de
Trenque Lauquen (milonga) - Armando Pontier - ...1967-
Title: 123 Tanto amor sin usar - Armando Pontier y Federico Silva -
Nestor Real - 1967-
Title: 124 Sangre joven - mp3
Title: 125 La serranita - Armando Pontier y Roberto Lambertucci
- Nestor Real -...1967-
Title: 126 Tal vez porque la quiero - Armando Pontier y Roberto
Lambertucci - Nestor Real -...1967-
Title: 127 A Juan Jose Paz -
Nicolás Paracino - ...1967-
Title: 128 Yo soy Manuel -Miguel Nijenshon y Catulo Castillo -
Nestor Real -... 1967-
Title: 129 Para siempre -
Armando Pontier y Federico Silva - Hector Dario -...1967
Title: 130 Una fija - Angel
Villoldo -1967-
Title: 131 Amigazo- Juan de Dios Filiberto, Francisco Brancatti y
Juan Manuel Velich - Néstor Real- 1967-
Title: 132 Tinta verde - Agustin Bardi -1967-
Title: 133 La ultima curda -
Anibal Troilo y Roberto Goyeneche - Roberto Goyeneche - 1967
Title: 134 Tinta verde Agustin Bardi -1967
Title: 135 Mi canción de ausencia -Roberto Pansera y Roberto
Lambertucci - Roberto Goyeneche - 1967-
Title: 136 Carrousel -Vals- Armando Pontier y Federico Silva -
Roberto Goyeneche -1967
Title: 137 El africano - Eduardo Pereyra -1967-
Title: 138 Una fija - Angel
Villoldo -1967- (Reeditado)
Title: 139 Extraño - Armando Pontier -1967-
Title: 140 Madame Ivonne-
Eduardo Pereyra y Enrique Cadicamo - Roberto Goyeneche -1967-
Title: 141 La novia ausente -Guillermo Desiderio Barbieri y Enrique
Cadicamo - Roberto Goyeneche -1967-
Title: 142 Pimienta - Osvaldo
Fresedo -1967-
Title: 143 Miedo- Roberto Pansera-Julio Porter y Roberto Cortese
- Roberto Goyeneche -1967-
Title: 144 Gallo ciego -
Agustin Bardi -1967-
Title: 145 Tierra adentro -
Agustin Bardi - 1967-
Title: 146 La última - Julio Camilloni y A.Blanco - Jorge Durán
-1967-
Title: 147 D-F Si
se salva el pibe - Francisco Pracanico y Esteban Celedonio Flores - 1967
Title: 148 C.T.V.
Agustin Bardi -1967-
Title: 149 En las sombras -
Manuel A. Meaños y Joaquin Mauricio Mora -
Alberto Marino -1967-
Title: 150 Seguime corazon -
Baldomero Suarez y Jesus Fernandez Blanco - Alberto Marino -1967-
Title: 151 Y no puede ser -Anibal Troilo y Jose Maria Contursi -
Alberto Marino -1967-
Title: 152 Donde quieras que estés - Manuel Sucher y Carlos Bahr -
Alberto Marino -1967-
Title: 153 El recodo -
Alejandro Junissi y Armando Taggini -...1967-
Title: 154 Pa mi es igual - Roberto Fugazot, Lucio
Demare y Enrique Cadicamo
Title: 155 Yo soy el tango
-Domingo Federico y Homero Exposito - Jorge Durán -1967-
Title: 156 Se han
sentado las carretas - Agustin Bardi y Enrique Cadicamo - 1967
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